Muere la campeona de los desaparecidos en México, Rosario Ibarra
CIUDAD DE MÉXICO (AP) – Rosario Ibarra, cuya larga lucha por conocer el destino de su hijo desaparecido ayudó a desarrollar el movimiento de derechos humanos de México y la llevó a convertirse en la primera mujer candidata a la presidencia del país, murió el sábado a los 95 años.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos que ahora dirige su hija Rosario Piedra anunció el fallecimiento en su cuenta de Twitter, calificándola de “pionera en la defensa de los derechos humanos, la paz y la democracia en México.”
Falleció en la ciudad norteña de Monterrey tras varios años de salud deteriorada.
El hijo de Ibarra, Jesús Piedra, pertenecía a un grupo armado comunista y desapareció, al parecer a manos de las autoridades, tras ser acusado de matar a un policía.
Ibarra fundó el Comité Eureka, un movimiento que exigía información sobre el destino de su hijo y de otras personas desaparecidas, aunque su caso nunca se aclaró del todo.
Fue la primera mujer que apareció en una papeleta presidencial mexicana en 1982, aunque obtuvo relativamente pocos votos por el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Fue dos veces diputada federal y una vez senadora.
“Siempre recordaremos su más profundo amor por los niños y su solidaridad con quienes sufrieron por la desaparición de sus seres queridos”, tuiteó el presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien consideraba una amiga.
Aun así, incluso durante la administración de López Obrador, en 2019, rechazó un honor votado por el Senado, diciendo que sólo lo aceptaría cuando México conozca la verdad sobre sus desaparecidos, que ahora son casi 100,000 -el 98% de ellos desde 2006 en adelante, durante una era de violencia de los cárteles y no de política de “guerra sucia”.
“No quiero que mi lucha quede inconclusa”, dijo entonces en un texto leído por su hija porque la salud le impidió comparecer.
Refiriéndose al presidente, añadió: “Dejo en sus manos la custodia de tan preciado reconocimiento y le pido que me lo devuelva con la verdad sobre el paradero de nuestros queridos y extrañados hijos y familiares.”
Sus demandas de información durante décadas -así como la amnistía para los presos políticos- tomaron la forma de marchas, huelgas de hambre, visitas a las prisiones militares y a las oficinas de las Naciones Unidas y la convirtieron en una figura ampliamente respetada en la izquierda.
Cuando López Obrador alegó fraude en las elecciones presidenciales de 2006 que perdió por muy poco, eligió a Ibarra para que le entregara la banda presidencial en una ceremonia en la que se le declaró “presidente legítimo”.
Tras su victoria universalmente reconocida en 2018, Ibarra le instó en su mensaje ante el Senado a “no permitir que la violencia y la perversidad de los gobiernos anteriores sigan al acecho.”
Lamentó que las desapariciones forzadas continúen en México y llamó una vez más a avanzar:
“Las familias de Eureka siguen hoy igual que hace unos años”, dijo en la carta leída por su hija. “La herida abierta sólo dejará de sangrar cuando sepamos dónde están nuestros (seres queridos)”.