La nueva canción de Nicki Minaj es horrible. ¿A dónde va desde aquí?
Nicki Minaj ha tenido un realmente, realmente duras semanas. No, no estoy hablando de las acusaciones de su ex asistente de que Minaj había cometido fraude fiscal, y de que su marido, Kenneth Petty, continuaba con un patrón de abuso bien documentado al acosar a sus empleadas. Me refiero a la desalentadora, aterradora y formidable empresa de tener que cambiar el nombre de su nuevo single.
“¿Cuál debería ser el nombre de #FreakyGirl y’all? Sí, tenemos que cambiarlo”. tuiteó en las sofocantes últimas horas de julio. Hasta entonces, Minaj había anunciado repetidamente la canción como “Freaky Girl” en sus redes sociales, con millones de visitas y el entusiasmo de los Barbz por su inminente regreso. Pero, en el último momento, su equipo se encontró con un muro legal inexplicable sobre el título de la canción. Minaj no dijo si el cambio de nombre tenía algo que ver con el sample de la canción del clásico de Rick James “Super Freak”, sólo que ofrecía tres nuevas opciones para que los fans votaran: “He Want A Freaky Girl”, “Super Freaky Girl” y “Nick James”.
Una semana más tarde, Minaj dejó caer la portada del single -oficialmente llamado “Super Freaky Girl” a pesar de que “Nick James” obtuvo un 0,6% más de los votos de los fans- en Instagram. “Gracias por los más de 200 mil votos, pero no podíamos usar legalmente el nombre Freak o Freaky Girl”, escribió. “Estáis atascados con esto”.
Irónicamente, “You’re stuck with this” es la encapsulación perfecta del estado actual de Nicki Minaj. Lleva años lanzando nada más que sobras a sus fieles fans, y “Super Freaky Girl” no es diferente. El single es un recauchutado de lo que hizo que “Anaconda” fuera tan excitante hace ocho años: una muestra de una canción que todo el mundo y su madre conocen muy bien, cortada y enroscada en un nuevo paquete juguetón e hipersexualizado, completado con algunas nuevas barras fanfarronas.
Esta es la fórmula estándar que Minaj perfeccionó hace más de una década en sus primeros éxitos, y escuchar “Super Freaky Girl” se siente como comer comida basura de un paquete adornado con letras mayúsculas que dicen: “¡Nuevo aspecto, mismo gran sabor!” Es reconocible y, si no lo piensas demasiado, sabe bien. Pero al final, miras el paquete y te preguntas cuándo crecerás y dejarás de conformarte con esta basura.
Hay que reconocer que, cuando la escucho, me doy cuenta de que Minaj está haciendo todo lo posible por penetrar en mi buen juicio con su nefasto uso de la droga más potente del mundo: la nostalgia. Escuchar “Super Freaky Girl” no menos de 20 veces para este reportaje me hizo recordar una época más sencilla en la que era más joven y tenía menos escrúpulos morales ante una canción pegadiza. Recuerdo con cariño las tardes empapadas de Bud Lite Lime-A-Rita con los amigos, cuando todos acudíamos a la pista de baile (también conocida como la parte no amueblada del apartamento de alguien) para gritar juntos el outro de “Anaconda”.
“Esta es para mis perras con el culo gordo en el puto club”, gritábamos, a pesar de no tener culos gordos ni estar en el puto club. Pero ése es el tipo de alegría contagiosa y vivaz que Minaj aportaba a su música. Escuchar “Super Freaky Girl” en comparación es como si empezara a comprar licor de malta en la bodega y enviara inmediatamente un mensaje de texto a todos mis amigos de la universidad con los que no he hablado en años: un intento desesperado de revivir una época en la que me sentía más poderoso.
Decir que la canción no aporta nada de valor a la carrera de Minaj es quedarse corto. Las barras son planas, los chistes podrían haber sido escritos por una IA de Nicki Minaj, y el sample de Rick James hace todo el trabajo pesado. Incluso Minaj parece saber que esta canción es una grave vergüenza. En el período previo a su lanzamiento, publicó varios vídeos de sí misma en Instagram con la canción, donde mira fijamente a la cámara, rodando con los ojos muertos y posando en varias piezas de muebles feos. Si no la conociera, diría que tiene a alguien detrás de la cámara amenazándola. Pero en lugar de eso, esto es sólo Nicki Minaj en 2022: sin ideas y pasando por el aro, esperando que el número de Barbz que cae en picado traiga los beneficios.
Pero quizás la peor ofensa de “Super Freaky Girl” no sea la incapacidad de Minaj para crecer como artista o para hacer música que suene mejor que todos sus imitadores. Es que la canción está coproducida por Dr. Luke. Ya sabes, el desprestigiado creador de éxitos que está asediado por varias demandas en curso tras ser acusado por Kesha de agresión sexual y abuso emocional. En 2020, un juez dictaminó que Kesha había difamado a Dr. Luke después de que este presentara una contrademanda contra ella, lo que supuso un revés en la ya muy debatida veracidad desus alegaciones.
En los años transcurridos desde que Kesha presentó su demanda inicial, varios artistas con un historial de trabajo junto a Dr. Luke se han abstenido de colaborar con él, mientras que otros parecen haberse mantenido fieles, quizá por cumplir los requisitos de los contratos de edición. A Minaj no le costaría nada abstenerse de una producción de Dr. Luke, pero parece que le gusta ser una contraria que se alinea con presuntos y confirmados maltratadores.
Sólo en los últimos cinco años, Minaj ha colaborado varias veces con el delincuente sexual convicto Tekashi 6ix9ine; ha sacado a su hermano de la cárcel después de que fuera acusado de violar a una menor; y se ha enzarzado en una campaña para silenciar a la superviviente de la agresión sexual de su marido, después de que éste fuera condenado por intento de violación en primer grado en 1995.
El patrón de Minaj de trabajar con los hombres repugnantes que la rodean y apoyarlos es, como mínimo, perturbador, y hace que “Super Freaky Girl” quede bajo una luz sucia y poco favorecedora. La letra “His ex bitch went up against me but she didn’t survive” (Su ex perra se enfrentó a mí, pero no sobrevivió) es especialmente agria, teniendo en cuenta las acusaciones presentadas contra Minaj y Petty por la víctima de éste.
Con su carrera en declive y su vida personal ocupando muchos más titulares que su música, Nicki Minaj se encuentra en un estado de desesperación que ni siquiera un premio Video Vanguard en los próximos VMAs o una serie documental autoproducida podrán cambiar. Considerado entre sus triunfos musicales pasados y sus actuales problemas legales y sociales, “Super Freaky Girl” es un último intento de conseguir un éxito más antes de que Minaj se resigne al estatus de acto heredado.
Qué sencillo y gratificante sería que una de las raperas con más talento y carisma de la historia admitiera sus fechorías y expresara un poco de remordimiento, distanciándose de una vez por todas de los hombres superfrikis con los que sigue colaborando. En cambio, en palabras de la propia Minaj, nos quedamos con esto.