El sutil ‘estafador de Tinder’ que estafó a las mujeres por millones
La tecnología da y quita, un hecho probado por El estafador de Tinderun nuevo documental de Netflix (2 de febrero) sobre Simon Leviev, que conoció a varias mujeres a través de Tinder y las cortejó afirmando que era el heredero de una fortuna de mil millones de dólares en la industria del diamante. Con la ayuda de esa aplicación de citas, así como de Instagram, WhatsApp y Google Maps, Simon convenció a sus nuevas novias de que estaba viviendo la gran vida y, además, de que quería compartirla con ellas. El único problema, les advirtió, era que tenía “enemigos” que querían eliminarlo, lo que significaba que necesitaba su ayuda financiera.
Dirigido por Felicity Morris (productora del servicio de streaming Don’t F**k with Cats: A la caza de un asesino de Internet), El estafador de Tinder es una novela de no ficción y un thriller a partes iguales, contada principalmente a través de las historias de dos mujeres. La primera, Cecilie Fjellhøy, es noruega y se autodenomina “experta en Tinder”. A través de la popular aplicación para ligar, se cruzó con Simon, que se presentaba como un elegante hombre de negocios que asistía a muchas reuniones profesionales y al que le gustaba visitar la playa. Resultaron ser compatibles con Tinder y enseguida tuvieron una cita en el Four Seasons de Londres, donde él le habló de su trabajo como director general de LLD Diamonds. Durante ese primer encuentro, invitó a Cecilie a unirse a él en un viaje de negocios a Bulgaria, y en un abrir y cerrar de ojos ella estaba viajando al aeropuerto en un Rolls Royce, y volando en un jet privado junto a una mujer que decía ser la ex de Simon, una niña que supuestamente era su hija, y un hombre corpulento llamado Peter que Simon dijo que era su guardaespaldas. Para alguien que había crecido fantaseando con un La Bella y la Bestia-al estilo de un romance relámpago, todo esto le pareció a Cecilie un sueño hecho realidad. (Descargo de responsabilidad: Tinder es propiedad de Match Group, que antes pertenecía a la empresa matriz de The Daily Beast, IAC).
El noviazgo que siguió fue abrumador, lleno de comidas de caviar, lujosas muestras de afecto y mensajes de texto y de voz amorosos enviados mientras Simon viajaba por Europa. Cuando Cecilie y sus amigos buscaron en Google a Simon, descubrieron artículos sobre su poderosa familia y sus vínculos con Vladimir Putin, así como sobre los posibles peligros a los que se enfrentaba por parte de sus rivales en la industria. Todo esto ayudó a convencer a Cecilie de que el hombre del que se estaba enamorando era un pez gordo que operaba en una esfera estratosférica de riqueza, poder y peligro, y al contar ahora esos primeros días, admite con franqueza que la situación era embriagadora. Tan enamorada estaba que, incluso cuando dedujo que Simon seguía activo en Tinder, se creyó sus protestas de que había borrado la aplicación, una afirmación que, al igual que muchos de los mensajes de voz y las fotografías que le envió durante su relación, se presenta para que todos la vean en El estafador de Tinder.
Al mismo tiempo que Simon se enamora de Cecilie, también conecta en Tinder con Pernilla Sjøholm, a quien también le gusta que sea un adulto viajero y trabajador. Al igual que con Cecilie, el primer movimiento de Simon fue llevar a Pernilla en un jet privado -en este caso, de Estocolmo a Ámsterdam- y llevarla a un restaurante donde todo el personal parecía conocerlo. La verdad es que no saltaron chispas entre ellos, pero Pernilla mantuvo el contacto incluso después de esta primera cita, porque le pareció una personalidad del tipo “cargador de baterías” que animaba todo y a todos. Poco después, se unió a él y a su nueva novia Polina (una modelo rusa) para pasar unas lujosas vacaciones de verano en Europa.
Simon pretendía ser un hombre de medios ilimitados, pero El estafador de Tinder deja claro que la fuente de sus fondos era Cecilie -y, también, otros como ella-. Gracias a las fotos y vídeos de un supuesto atentado contra su vida que había dejado a Peter herido, Simon convenció a Cecilie de que su equipo de seguridad le había cortado los recursos financieros (para su propia protección), y que necesitaba ayuda monetaria urgente. Como ahora estaba enamorada -e incluso quería comprar un apartamento para compartirlo-, no dudó en conseguirle una tarjeta de crédito a su cuenta y empezar a pedir préstamos para mantenerlo a flote. Gran sorpresa fue que, una vez que ella acumuló enormes deudas, Simon incumplió continuamente sus promesas de devolverle el dinero, dejándola en una situación desesperada.
En respuesta a sus circunstancias, que acabaron llevándola a un hospital psiquiátrico, Cecilie se sinceró con American Express, cuyos agentes le informaron de que Simon era en realidad un conocido estafador israelí llamado Shimon Hayut. Estebomba condujo a Cecilie a Noruega VG de Noruega, cuyos reporteros se embarcaron en una investigación que pronto les llevó hasta Pernilla. Lo que descubrieron fue a una delincuente que ya había sido encarcelada por fraude, y que ahora utilizaba historias de tapadera comparables para embaucar a otras mujeres desprevenidas de todo lo que tenían. Cuando se enfrentó a tales acusaciones, Simon vaciló entre las negaciones y las amenazas, y El estafador de Tinder pone al descubierto su duplicidad y su rabia a través de una astuta estructura formal -plagada de conversaciones de texto animadas, vídeos en línea y misivas de audio- que detalla el intrincado método de su artimaña digital.
El enfoque estético del director Morris ilustra el modo en que las realidades reales y virtuales pueden explotarse con fines engañosos, lo que ayuda a transformar la película en un cuento con moraleja sobre los peligros de creer lo que se ve o se oye en el smartphone (incluso cuando está respaldado por experiencias en persona). Pero al mismo tiempo, El estafador de Tinder también pinta la tecnología moderna como un arma de doble filo, dado que una vez VGy Cecilie y Pernilla empezaron a aparecer en los medios de comunicación, otra de las amantes de Simon, Ayleen Charlotte, salió a la luz con un relato inquietantemente idéntico de manipulación emocional y financiera. Sin embargo, la diferencia en el caso de Ayleen era que seguía en contacto con Simon, lo que le permitía actuar directamente contra el charlatán.
En sus secuencias finales, El estafador de Tinder se convierte en una recapitulación de suspense de la carrera para capturar a Simon antes de que desaparezca con un nuevo alias y un rostro reconfigurado por la cirugía plástica. Aunque su conclusión no es tan reconfortante como uno quisiera, es un retrato condenatorio de un hombre en el que no se puede confiar y que, gracias a este documental, tendrá mucho más difícil ocultar su verdadera identidad en el futuro.