‘Y así de fácil’ revive el debate Carrie vs. Natasha de ‘Sexo en Nueva York’
Este es un avance de nuestro boletín de cultura pop The Daily Beast’s Obsessed, escrito por el reportero senior de entretenimiento Kevin Fallon. Para recibir el boletín completo en su bandeja de entrada cada semana, suscríbase aquí.
Advertencia: Este post contiene spoilers sobre los tres primeros episodios de Y así, sin más.
Hay una cuestión fundamental en el corazón de Sexo en Nueva York que me ha aterrorizado desde el principio y que ha infectado las arterias de la mayor SATC universo, incluyendo dos secuelas cinematográficas y ahora, una nueva serie. Carrie y Big no eran almas gemelas. Nunca debieron terminar juntos.
Es un punto de la trama por el que los fieles espectadores han estado felices de suspender su incredulidad durante décadas mientras veían los episodios una y otra vez, adoptando la serie como su texto religioso, los juegos de palabras de Carrie como sus versos de la Biblia. Nunca ha arruinado la serie, no realmente. El hecho de que la gente tome decisiones equivocadas en sus relaciones y las haga pasar por cuentos de hadas es uno de los elementos más fáciles de relacionar de la serie. Me encuentro con cuatro ejemplos de eso en un típico brunch con amigos.
Ahora, la falacia del romance estelar de Carrie y Big proporciona la base de la serie de secuelas de HBO Max Y así como así. Y con ella viene el bagaje de su relación. En el nuevo episodio de esta semana, que tiene lugar unas semanas después del funeral de Big, vuelve la Natasha Naginsky de Bridget Moynahan, y también la inseguridad de Carrie sobre si ella y Big realmente eran tan buenos y felices juntos. (¡No lo eran!)
Natasha siempre ha sido uno de los personajes más interesantes de la SATC mitología, y toda la historia con ella es una de las más atrevidas de la serie. Podría escribir una disertación sobre todo su arco argumental y a menudo me he preguntado si quiero o no vivir en una sociedad en la que un doctorado en Sexo en Nueva York subtramas no se ofrece.
La admiré por el modo en que desafiaba al público en cuanto a Carrie como personaje y a lo que estamos dispuestos a excusar o tolerar, tanto como espectadores como seres humanos, con nuestros propios pasados de relaciones y las heridas y magulladuras que los acompañan. Expuso el narcisismo, el engaño y la destructividad de Carrie, no sólo probando cuánto carisma de marca Sarah Jessica Parker se necesita para contrarrestarlo, sino revelando que estamos perfectamente bien juzgando el comportamiento de una persona mientras la seguimos apreciando (en la televisión, y en la vida).
Se desordena la noción de quién es un villano en situaciones como ésta. Estamos condicionados a odiar a Natasha, pero es Carrie cuyas acciones son siniestras.
También me gustó que no fuera necesario creer en la idea del amor legendario de Big y Carrie para creer en esta historia. La aventura, la traición y el caos de todo ello parecían funcionar al margen de los argumentos de quién debería acabar con quién. Era todo muy feo y humano y real, un argumento que reflejaba la imposibilidad de saber lo que quieres en la vida y en las relaciones, y la inevitabilidad de joder la vida de los que quieres.
Y, claro, de una manera muy televisiva, estableció este debate Natasha vs. Carrie.
Me gustó mucho la forma en que Y así como así revivió esa conversación desde la perspectiva de las mujeres que tienen décadas para dejar que esas heridas sanen, pero que tampoco pueden deshacerse nunca de esas cicatrices.
El impulso de todo esto es la revelación de que Big le había dejado a Natasha un millón de dólares en su testamento, a lo que todo el mundo reacciona, comprensiblemente, con un entusiasta “¿Qué carajo?”.
Carrie, obviamente, entra en una espiral. “Estoy muy enfadada con Big”, dice. “Casi he olvidado cómo me sentía hace tantos años: tan nerviosa e insegura y desesperada. Como si lo que teníamos no fuera suficiente. Como si yo no fuera suficiente. Y odio que después de todos los años buenos, esto es lo que me queda. Arruinó nuestro final feliz/triste”.
Charlotte le dice que ella y Big eran la pareja más feliz que conocía y que no había nada de qué preocuparse. (Un aplauso para el cameo de Susan Sharon en el episodio de la semana pasada, que en voz baja llamó a Big “gilipollas” que le hizo la vida imposible a Carrie en su funeral: la única persona que dirá la verdad). Pero eso no es tranquilizador.
Hay divertidas y clásicas travesuras de Carrie cuando se pone en modo acosador y todo el mundo empieza a ser realmente mezquino con todo el asunto. Todo culmina en una encantadora escena entre Carrie y Natasha, en la que, después de todos estos años de maldad y rencor, llegandesde un lugar de bondad y honestidad. “Nunca entenderé por qué se casó conmigo cuando siempre estuvo enamorado de ti”, dice Natasha. Carrie finalmente llega a decir: “Yo también lo siento, oh Dios, por todo”, mientras Natasha la perdona: “Te lo agradezco. Pero estamos bien. Todo está en el pasado”.
Es un cierre que, en esencia, podría ser el mayor salto de fantasía que ha dado esta serie. ¿Cuántas veces alguien consigue un cierre para algo tan complicado y tan doloroso? No estoy seguro de que Carrie se lo haya ganado, y no estoy seguro de que Natasha sea tan amable. Pero aún así fue agradable de ver y, para mí, además de la cuestión. Finalmente conseguí mi deseo: un episodio entero de Sex and the City en el que aceptamos la idea de que la relación de Carrie y Big nunca fue el anillo de bronce que todos estábamos convencidos de que Carrie debía alcanzar, o que estaba agradecida de tener.
Hay otro giro desagradable en todo esto: el hecho de que las horribles acusaciones de agresión sexual hechas contra Noth, que él ha negado, se hicieron públicas la mañana en que se emitió este nuevo episodio. Esto podría influir en la opinión del público sobre Big y su relación con Carrie. Como bromeó uno de los amigos de mi colega Laura Bradley, que permanecerá en el anonimato, “Bueno, conozco una sala de guionistas que se siente bastante bien con sus decisiones”, teniendo en cuenta que Big ha sido eliminado de la serie. (Pelotón, sin embargo, sigue humillado).