‘Thor: Amor y Trueno’ es una gran decepción

El Dios del Trueno de Chris Hemsworth muestra su derrière desnudo, además de dejar que su ex novia Jane Foster (Natalie Portman) empuñe su poderoso martillo, en Thor: Amor y Trueno. Sin embargo, teniendo en cuenta la falta de sexo que caracteriza a Marvel, estos toques atrevidos no cambian la naturaleza fundamental de la segunda entrega de Marvel del director Taika Waititi, que sigue los pasos de su anterior película. Thor: Ragnarok, aunque con menor recompensa. El último esfuerzo de Waititi en el MCU, una alborotada comedia de acción con brillantes colores Day-Glo y ambientada con el himno rock de Guns N’ Roses, hace horas extras para reunir humor contundente y patetismo romántico. Sin embargo, el esfuerzo se nota, lo que resulta en una aventura de imitación que tiene una sobredosis de un elemento del título a expensas del otro.

[Spoilers follow.]

Hay mucha acción CGI extravagante y humor ridículo en Thor: Amor y Trueno (8 de julio), cuya historia -según la conclusión de Vengadores: Endgame-retoma con Thor (Hemsworth) en compañía de los Guardianes de la Galaxia, paseando por el universo protegiendo a los inocentes de los nefastos villanos. Thor ya no tiene el cuerpo de padre del que presumía tras el chasquido genocida de Thanos, pero aunque su físico está en plena forma, su alma está destrozada. Como demuestra durante un asedio a un mundo alienígena que termina con él solo salvando el día con su habitual bravuconería arrogante-ignorante -esta vez con un chaleco que parece el atuendo apropiado para un concierto de hair-metal de los 80-, puede llevar a cabo los movimientos heroicos con capacidad. En el fondo, sin embargo, está vacío por dentro. Lo que necesita para llenar ese agujero interior se hace evidente gracias a un discurso típicamente ridículo de Star Lord (Chris Pratt) y luego una visita a Nueva Asgard, donde su batalla contra los malvados monstruos de las sombras lo empareja con Valquiria (Tessa Thompson), así como con una sorprendente aliada: Jane, que ahora es rubia, musculosa y blande su Mjölnir martillo como The Mighty Thor.

Resulta que Jane se está muriendo de un cáncer en fase IV, y se ha convertido en un auténtico “vikingo del espacio” simplemente buscando los restos destrozados de Mjölnir, que se reformó en su presencia y le concedió el poder de Thor (y la armadura y la capa roja). Thor finalmente termina en un cuasi triángulo amoroso con su antigua arma Mjölnir y su nueva y celosa, Stormbreaker. Aun así, la decisión del martillo de transformar a Jane en una superheroína es sobre todo una buena noticia para Thor, ya que tras encontrarse con la majestuosamente mejorada Jane, es inmediatamente atacado por Gorr el Dios Carnicero (Christian Bale), un espectro con aspecto de espectro con una imponente espada llamada Necrosword. Thor: Amor y TruenoEn el prólogo de Thor se explica que, habiendo sido despreciado por su dios tras la muerte de su amada hija, Gorr fue elegido por la Necrosword para ser su dueño y utilizarla para matar a todos los dioses por su insensible egoísmo. Thor es el más reciente de los objetivos de Gorr, no sólo por su estatus divino, sino también porque, como sabremos más adelante, su hacha Stormbreaker es la clave para abrir un reino mágico al que Gorr pretende llegar.

El pálido, podrido de dientes y vampírico Gorr de Bale es fácilmente la faceta más cautivadora de Thor: Amor y Truenoexudando una espeluznante enajenación nacida de una pérdida irreparable. La película cobra vida cada vez que aparece, ya sea amenazando a un grupo de niños que secuestra de Nueva Asgard -un secuestro que motiva a Thor, Jane y Valkiria a embarcarse en su búsqueda- o argumentando persuasivamente a sus adversarios que todos son víctimas de deidades cruelmente indiferentes. El oscarizado actor hace que uno sienta el desgarro y la angustiosa furia de Gorr, que el guión de Waititi y Jennifer Kaytin Robinson hace coincidir con el dolor que siente Thor por la fatal enfermedad de Jane, un mal que parece destinado a separarlos para siempre, justo cuando están reavivando su amor.

Thor: Amor y Trueno resulta atractiva siempre que se centra en el amor atormentado de sus protagonistas, ya que los hace casi tridimensionales. Sin embargo, durante la mayor parte de estas actuaciones, la cacofonía atronadora y la comedia prepotente tienen prioridad, en detrimento del material. Mientras que Thor: Ragnarok se divertía refundiendo a su mítico Vengador como un bombón dulce y excitadamente arrogante (piensa en un He-Man de pelo largo con la personalidad de un golden retriever), esta película empuja en esa dirección hasta un grado implacable. Es un payaso de dibujos animados, que no puede pasar un solo minuto sin destrozar la propiedad sin miramientos, sin hablar por encima de sus compatriotas, o sin hacer un comentario sin sentido que se le antoje a él.Hemsworth sigue equilibrando de forma experta el narcisismo despistado de Thor y su formidable habilidad en el campo de batalla, pero todo está enfocado a un ritmo tan frenéticamente insistente que las risas previstas mueren en la vid.

“Hemsworth sigue equilibrando de forma experta el narcisismo despistado de Thor y su formidable estilo en el campo de batalla, pero todo se desarrolla a un ritmo tan frenéticamente insistente que las risas previstas mueren en la liana.”

Portman y Thompson son igualmente engullidos por Thor: Amor y Truenode la película. Apenas se les permite un momento genuino en medio de gags que involucran a las gigantescas cabras gritonas de Thor y un vistoso viaje al consejo de los dioses, en el que Thor intenta conseguir la ayuda de Zeus (Russell Crowe, que se hace el remolón con un acento exagerado) y -tras el mencionado desnudo- lucha contra la leyenda griega por su reluciente rayo. Los chistes vuelan tan incesantemente que no tienen tiempo para respirar, y el cansancio no tarda en llegar. Los fans del MCU probablemente se deleitarán con el puñado de cameos del pasado Thor participantes, pero incluso estos juegan como aspectos obligatorios de la interminable construcción del mundo que es la directiva principal de la franquicia. Hacen poco para sorprender o impulsar la trama hacia su inevitable enfrentamiento entre Gorr y sus oponentes asgardianos.

Waititi se permite el lujo de utilizar un dispositivo de encuadre de libro de cuentos y redobla la Heavy Metal-de la película. Thor: Ragnarok, aunque dos de sus piezas de set de slam-bang están rodadas en una oscuridad tenebrosa que neutraliza la grandeza de la cámara lenta-italizada por la que se esfuerza. Durante gran parte de sus dos horas de duración, Thor: Amor y Trueno es un caso de estudio sobre el más-es-menos, apilando fantasías con un gusto desinhibido y, en consecuencia, enterrando la historia humana más conmovedora que supuestamente quiere contar. Waititi se esfuerza tanto en hacer que todo sea genial que se olvida de detenerse lo suficiente para provocar asombro, emoción o diversión. Ya sean las tiernas interacciones de Thor con Jane o los guiños de la película a las relaciones entre personas del mismo sexo -cortesía tanto de Valkiria como de Korg (Waititi), el rocoso compañero de Thor, que explica que su raza procrea a través de un apretón de manos entre hombres-.Thor: Amor y Trueno opera como si estuviera en una loca carrera hacia la línea de meta, en el proceso de acelerar más allá de las cosas en las que es mejor.

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