‘South Park’ se enfrenta a la guerra del streaming en su última película a medias

Aunque la pandemia no haya terminado, todo el mundo está harto de ella, incluso South Parkque, a raíz de su reciente serie de dos partes Post COVID (las primeras entregas de un acuerdo de 900 millones de dólares para producir películas ampliadas para Paramount+) ha cambiado su atención a otras crisis gemelas a las que se enfrenta la nación: el cambio climático y la ubicuidad de las plataformas de streaming. De acuerdo, tal vez la segunda no sea realmente una emergencia, pero no obstante es el tema de broma de South Park: Las Guerras del Streamingun capítulo de gran tamaño de la franquicia de animación de Trey Parker y Matt Stone que resulta ser más divertido cuando es más tonto, y más débil cuando se apoya en su sátira lunática.

Sin máscaras N95 a la vista, la última entrega de Parker y Stone (ya disponible) comienza en un South Park asolado por la escasez de agua provocada por ManBearPig, el demonio mutante híbrido del infierno que se presentó por primera vez en la temporada 22 por cortesía de Al Gore. Con ManBearPig causando estragos en los arroyos de las montañas cercanas, South Park se enfrenta a una grave sequía. No ayuda a la situación el uso gratuito de H20 por parte de los nuevos cultivadores de hierba de la zona, liderados por Randy Marsh, a quien todo el mundo llama burlonamente “Karen”, en referencia a su comportamiento incesantemente autoritario y exigente. Randy está malgastando toneladas de agua en sus granjas Tegridy, y también se ha enzarzado en una guerra con sus vecinos del otro lado de la calle, Credigree Weed, una empresa rival de propiedad negra creada por Steve, antiguo socio de Randy y padre del amigo de Stan Marsh, Tolkien.

El conflicto entre Steve y Randy se ve agravado por la escasez de agua en South Park, ya que un Comisario de Aguas de la División de Servicios de Aguas de Colorado -que parece un turbio funcionario de traje gris- llega desde Chinatown– no tarda en llegar para investigar el problema de la región, y propone a los cultivadores de hierba un brillante plan: vender el exceso de agua de sus suministros a los clientes, creando así “servicios de flujo”. La pega es que tienen que demostrar que sus suministros de agua llegan realmente al embalse de Denver a diario, lo que obliga a Steve a contratar a Stan y Tolkien para que construyan barcos de juguete que puedan flotar por el río hasta el embalse. Al hacerlo, Stan y Tolkien se convierten en proveedores de contenido de facto para los servicios de streaming, manteniéndolos vivos con sus originales trabajos manuales. Al poco tiempo, los niños se están forrando trabajando para todos los servicios de streaming que surgen en los alrededores, incluidos los que son propiedad de Randy y, sobre todo, del Sr. Cussler, un acaudalado barón de la tierra cuyo objetivo es construir un servicio de streaming tan grande como “el río Amazonas”.

Esto no es lo menos sutil, lo que suele ser el caso de South Parkcuyo modus operandi son las metáforas inesperadas adornadas con mucho absurdo. Es sólo cuestión de tiempo que Butters, encargado de comer cajas de polos para que Stan, Tolkien y su equipo tengan suficientes palos para construir sus barcos, se ponga a despotricar sobre cómo los servicios de streaming no se preocupan por la calidad de sus productos porque su principal objetivo es ser absorbidos por los grandes de la industria, y a los empleados que hacen esos desafortunados tratos no les importa perder sus puestos de trabajo porque simplemente aceptarán trabajos similares en servicios de la competencia. Esta exposición es todo lo que South Park: Las Guerras del Streaming tiene que decir sobre nuestro actual paradigma del entretenimiento, un giro decepcionante de los acontecimientos que es típico del hábito de la serie de apuntar a un objetivo cultural relevante, sólo para disparar algunos tiros débiles y predecibles en su dirección general.

South Park: La Guerra del Streaming cree que hay demasiados servicios de streaming llenos de material de dudoso valor, y sin embargo no puede ni siquiera dar el paso extra de burlarse de sí misma como película exclusiva de streaming que se estrena en el servicio de prestigio de un conglomerado. Sin esa autorreferencialidad, la película acaba pareciendo a medias y, en consecuencia, sólo es divertida cuando se permite una locura fuera de lugar. Eso viene por cortesía de Pi Pi, un tosco empresario italoamericano que habla como el primo más estereotipado de Super Mario (¡acaba cada palabra como un dibujo animado!) y que necesita desesperadamente suministros para su parque acuático Splashdown, dado que se compone de un 50% de agua. El otro 50%, como explica, es orina, y el regocijo con el que anuncia este hecho es tan estúpidamente divertido como el papel de ese fluido corporal en las revelaciones finales de la historia sobre la conspiración en marcha en elciudad.

“El otro 50%, como explica, es orina, y el regocijo con el que anuncia este hecho es tan estúpidamente divertido como lo es el papel de ese fluido corporal en las revelaciones finales de la historia sobre la conspiración en marcha en el pueblo.”

Hablando de estupidez, South Park: Las Guerras del Streaming tiene un hilo argumental adicional que implica, por supuesto, a Cartman, que sigue enfadado con su madre por haber dejado su trabajo (a petición suya) y haberles obligado a mudarse a un puesto de perritos calientes abandonado. Cartman expresa su descontento a través de una canción que destaca por la forma en que pronuncia “cool” de forma exagerada (es decir, “kewl”) para hacerla rimar con otras palabras. Cuando ve que Cussler está construyendo una mansión al otro lado de la calle -con una sala de cine de tamaño completo-, Cartman urde su propio plan para escapar de sus míseras circunstancias: ponerle a su madre implantes mamarios para que pueda cortejar al magnate. Como era de esperar, la Sra. Cartman no está precisamente de acuerdo con esta idiotez, pero eso no disuade a su hijo, que convence a sus amigos para que le dejen participar en su operación de streaming para recaudar los fondos necesarios para la cirugía de su madre.

Hay un giro tardío que abre la puerta a South Park: Las Guerras del Streaming aborde el tema de los procedimientos médicos para los jóvenes trans. Sin embargo, al igual que con su principal enfoque en el servicio de streaming, Parker y Stone se limitan a dar un montón de riffs que carecen de un punto de vista real, y mucho menos una crítica punzante que podría pegar. Por su propia naturaleza, Paramount+’s South Park de Paramount+ se supone que deben ser una rama más desarrollada de la serie semanal. Sin embargo, a tenor de este nuevo esfuerzo, parece que en realidad son episodios glorificados de dos partes del programa, ni tan agudos ni tan atrevidos como sus homólogos de media hora, una situación que puede resultar South Park: La guerra del streamingpero que no aporta mucho en cuanto a humor memorable.

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