¡Sorpresa! El ‘Morbius’ de Jared Leto no es el desastre épico que esperábamos
Se estrena casi dos años después de su fecha de lanzamiento originalmente prevista, Morbius es el beneficiario de un momento fortuito, ya que se estrena en la estela de los éxitos de superhéroes de Sony Venom: Let There Be Carnage y Spider-Man: No Way Home. Por desgracia, al menos una parte de la buena voluntad generada por esos esfuerzos de Marvel es desperdiciada por la historia de origen de Daniel Espinosa para el vampírico Michael Morbius, otro adversario de Spider-Man que ha sido reconfigurado en un antihéroe maldito. Diseñada para ampliar el universo cinematográfico del estudio, esta mezcla genérica de monstruos se adhiere a una fórmula tan rutinaria que cada uno de sus movimientos parece letárgicamente mecánico. El hombre murciélago de Jared Leto no es el Caballero Oscuro, y su película definitivamente no es The Batman–aunque tampoco es la debacle que sugieren sus decepcionantes promos.
Si una cosa es cierta sobre el ganador del Oscar Leto, es que rara vez es una presencia segura o aburrida en la pantalla. No obstante, Morbius lo encuentra evitando el artificio afectado que recientemente trajo a Casa de Gucci y WeCrashed. Leto es el Dr. Michael Morbius, un afamado científico con un raro trastorno sanguíneo que requiere transfusiones periódicas. Michael no sigue las reglas, como demuestra su decisión inicial de recoger algunos de los millones de peligrosos murciélagos vampiros que acechan en una cueva de Costa Rica, y su posterior negativa a aceptar su premio Nobel. Lo único que le preocupa a Michael es curarse a sí mismo de su enfermedad mortal, así como salvar a los que son como él, ya sea una joven paciente de su clínica o Milo (Matt Smith), su amigo de la infancia y actual benefactor financiero.
Con los ojos hundidos, la piel pálida y una estructura venosa y demacrada, Michael parece un espectro esquelético, pero su trabajo da sus frutos cuando sus experimentos con la mezcla de ADN humano y de murciélago vampiro dan resultados asombrosos. Dado que este trabajo es éticamente dudoso y totalmente ilegal, él y su colega y futuro interés amoroso, la Dra. Martine Bancroft (Adria Arjona), se adentran en aguas internacionales a bordo de un barco cisterna para ver si el brebaje de Michael funciona y le evita una muerte prematura. Lo hace, aunque con una trampa: Michael adquiere una velocidad, fuerza y poderes de ecolocalización sobrehumanos, y se convierte en un malvado sobrenatural que debe alimentarse de sangre. Tras un alboroto en el que masacra a los mercenarios (no muy agradables) de la nave, Michael se somete a pruebas y determina que su revolucionaria sangre artificial no le servirá de sustento durante mucho tiempo; en un momento dado, tendrá que dar rienda suelta a su bestia interior y consumir “el rojo”.
Cuando Michael se vuelve salvaje, su cara se transforma en un rostro espantoso que, dejando a un lado el desigual trabajo de CGI, habría encajado perfectamente en una película clásica de monstruos de la Universal. Por otra parte, verle saltar y retorcerse en el aire, con una estela de humo azul a su paso, mientras la cámara pasa de la hipervelocidad a la cámara superlenta en un momento dado (para poder verle en acción), es algo propio de una aventura moderna de Marvel. Durante sus episodios no violentos, Michael parece Leto haciendo un cosplay de Peter Steele, con su larga melena negra, su barba a juego y su larga gabardina con el cuello siempre levantado -que recuerda ligeramente a una capa-, lo que le da el aire de un modelo de moda aficionado al metal gótico al estilo de Type O Negative.
Escrito por Matt Sazama y Burk Sharpless, Morbius establece su base dramática con un mínimo de alboroto, así como de estilo. Los primeros pasajes de la película tienen una calidad muy obediente, incluyendo un flashback de la juventud de Michael y Milo, durante el cual este último es molestado por los asquerosos del patio de la escuela. Ese incidente es todo lo que tenemos cuando se trata de la motivación de Milo para anhelar la cura milagrosa de Michael -sin importar los horribles efectos secundarios- y, una vez que la tiene, para aprovechar la oportunidad de ser el matón que se aprovecha de los débiles. Smith no tiene mucho que hacer, sobre todo porque Milo a menudo no parece decidirse si quiere convencer a Michael de que acepte su ansia de sangre o simplemente asesinarlo por ser un aguafiestas. Sin embargo, con un brillo diabólico en los ojos, aprovecha al máximo sus oportunidades, y en más de una ocasión rompe a bailar instintivamente como expresión de alegría por su nuevo poder.
“La competencia suele ser lo que más valoran las empresas Marvel, y en ese sentido, cumple sus modestos objetivos.”
Espinosa lo empapa todo de sombras tintadas y tonos gélidos, y aunque no puede llegar aSu enfoque estético, que distingue a la película de sus predecesoras de vampiros o de Batman, es tan seguro como tiene que serlo, salvo en esos casos esporádicos en los que todo se convierte en una mancha de ruido CGI. Ciertamente, Morbius está tan bien dirigida como Venom y su caos digital es más lúcido, aunque no tan sorprendente. La competencia suele ser lo que más valoran las empresas de Marvel, y en ese sentido, cumple sus modestos objetivos. Morbius presenta a Michael como un alma torturada que no quiere masacrar a sus semejantes, pero que no puede resistir sus impulsos, y lo enfrenta a un adversario de imagen especular que comparte sus tremendos dones y ninguno de sus molestos reparos morales.
Hay otros personajes en Morbiuscomo el científico Nicholas, la figura paterna de Jared Harris (que crió y cuidó tanto a Michael como a Milo), y los agentes del FBI de Tyrese Gibson y Al Madrigal, que asumen la función narrativa de perseguir a Michael y, en el proceso, poner uno o dos obstáculos temporales en su camino. Sin embargo, estas tres figuras no juegan un papel importante en el desenlace de esta historia, que se desarrolla a lo largo de 104 minutos, con escasa originalidad pero con la suficiente aptitud para resultar inofensiva. Además, adereza su historia con los habituales guiños a sus hermanos de franquicia, desde un plano de The Daily Bugle y un anuncio del metro de Thomas & Kane (es decir, los creadores de Morbius, Roy Thomas y Gil Kane), a dos escenas a mitad de los créditos en las que interviene el Adrian Toomes de Michael Keaton, alias Buitre, cuya aparición habría sido una sorpresa mayor de no haber sido estropeada por los tráilers del proyecto.
Mientras tanto, Leto se dedica a una pasable melancolía y realiza algunas charlas poco divertidas, decidido a interpretar a su antihéroe de la forma más directa posible. Esto evita que su última película se convierta en un escaparate para la teatralidad. También, sin embargo, mantiene Morbius de presumir de algo parecido a una personalidad puntiaguda.