OUAGADOUGOU, Burkina Faso (AP) – En la madrugada del domingo se registraron fuertes disparos en una base militar de la capital de Burkina Faso, lo que hizo temer que estuviera en marcha un intento de golpe de Estado tras semanas de creciente frustración por la gestión gubernamental de la insurgencia islámica que sacude el país.
El gobierno emitió un comunicado en el que reconocía que se habían producido disparos en los cuarteles del ejército, pero negaba que éste hubiera tomado el control del país. El presidente Roch Marc Christian Kabore no ha sido detenido, según el ministro de Defensa Aime Barthelemy Simpore.
La emisora estatal RTB publicó un titular en el que describía los disparos como “actos de descontento de los soldados.”
“La jerarquía militar trabaja para restablecer la calma y la serenidad en los cuarteles”, decía. “Contrariamente a algunas informaciones, ninguna institución de la república ha sido objeto de ataques”.
El cuartel militar de Lamizana Sangoule estaba bajo el control de los soldados amotinados el domingo por la mañana, con multitudes reunidas en su apoyo fuera de la base. Los soldados enfadados dispararon al aire, dirigiendo su ira por las bajas del ejército al presidente.
Los soldados pusieron al teléfono a un hombre con The Associated Press que dijo que buscaban mejores condiciones de trabajo para los militares de Burkina Faso en medio de la escalada de la lucha contra los militantes islámicos. Entre sus reivindicaciones se encuentran el aumento de los efectivos en la lucha contra los extremistas y una mejor atención a los heridos y a las familias de los fallecidos. Los soldados amotinados también quieren que se sustituya la jerarquía militar y de inteligencia, dijo.
El tiroteo se produce un día después de que los manifestantes pidieran su dimisión en una manifestación en Uagadugú. Kabore se ha enfrentado a una creciente oposición desde su reelección en noviembre de 2020. Despidió a su primer ministro y sustituyó a la mayor parte del Gabinete el mes pasado.
La violencia en la otrora pacífica nación de África Occidental se está intensificando a medida que aumentan los ataques vinculados a Al Qaeda y al grupo Estado Islámico. Miles de personas han muerto en los últimos años y alrededor de 1,5 millones de personas han sido desplazadas.