Nota del editor: en esta columna mensual, la cantante y artista de San Francisco La Doña rendirá homenaje a la animada escena gastronómica mexicana de la ciudad reseñando cada mes un burrito diferente de taquerías de la ciudad.
Cuando empecé a reseñar burritos en esta función oficial, también comencé a recibir peticiones insistentes para que opinara sobre los controvertidos burritos de Gordo’s. La mayoría de estas personas, que hacía tiempo que se habían cansado de su taquería local y soportaban la peor parte del hostigamiento por la controversia de los burritos, eran jóvenes blancos con buena formación residentes en el oeste. Como con la mayoría de las cosas que los blancos me piden que haga (cantar una canción de Selena, dejar que me toquen el pelo o contarles mi rutina de delineado de ojos), rechacé la petición con toda la elegancia que pude, pero siguieron asediándome por mensajes privados.
¿Acaso tenía prejuicios contra los mexicanos y los amantes de la comida mexicana de la zona oeste de la ciudad? ¿Estaba protegiendo la cultura del burrito de manera manifiestamente chicana y negando que cualquier comida con importancia cultural pudiera provenir de otro lugar que no fuera la Misión? Como periodista, ¿estaré tomando el camino más fácil y reseñando solo los burritos que sé que son incuestionablemente deliciosos y de gran importancia cultural?
Con la temporada de giras a la vuelta de la esquina y mis clases de formación musical a punto de comenzar para lo que queda de invierno, decidí dar el paso y escribir esta reseña antes de que los únicos burritos que consumiera fueran los servidos por las gasolineras a las 5 de la tarde en mi viaje por Texas.
En 1978, el original local de Gordo Taqueria abrió sus puertas en la calle Clement y la avenida 24. Ahora cuenta con seis establecimientos en toda la zona de la bahía, de los cuales el segundo local más popular se encuentra en la avenida 9 y Irving. Gordo’s está presente allí donde los burritos brillan por su ausencia y llena los corazones y las bocas de todos los no latinos desde lo que conocemos como “The Aves:” las interminables calles con niebla y escaso aparcamiento entre la playa y el parque que conforman los distritos de Richmond y Sunset.
Asistí a la SOTA (Escuela de Artes Ruth Asawa), por lo que pasé gran parte de mi etapa de instituto en the Aves, habituándome al clima, a las líneas de autobús 5 y 38, a los desolados parques públicos (Golden Gate Park, Mountain Lake y Anza) y a mis colegas blancos que eran la hostia. La verdad, no había comido en Gordo’s desde mis tiempos de adolescente, cuando un burrito, una “cuarenta” (un tipo de cerveza de malta) y un porro de marihuana eran mi sustento del día. Mentiría si dijera que Gordo’s no me salvó del hambre tras muchas tardes de juerga en “El Arbolito,” donde salíamos de fiesta con los demás amigos/fiesteros de la escuela pública.
Para escribir esta reseña, he recurrido a la experiencia de otros dos vecinos de Frisco, Ari Simon y Alyssa Aviles. Ari es uno de los citados colegas blancos que eran la hostia, un San Franciscano de tercera generación que trabaja como gestor de artistas y gestor de productos en Empire. Ari nació y creció con Gordo’s, así que estimé que su aportación sería fundamental para captar el superpoder nostálgico que tiene la cadena y le invité en calidad de representante del lado oeste.
Alyssa es una San Franciscana de quinta generación y la talentosa creadora de Suavecita Press. Alyssa me cuenta su experiencia de ser una de las pocas chicas morenas de la 94110 que fue desplazada al oeste por una corriente de blancos hippies y es la mente idónea para representar el lado este.
Ari es uno de los intrépidos repartidores del equipo profesional de Gordo’s y lleva pidiendo su superburrito estándar con chile verde en tortilla de espinacas con jalapeños desde los 13 años, cuando trabajaba en la tienda de cómics de la misma calle. Aun así, reconoce que el burrito de Gordo’s no es el mejor representante de la gastronomía del burrito en la ciudad.
“Si alguien de fuera me dice: ‘Ari, voy a la ciudad; sé que decís maravillas de vuestras taquerías». ¿A dónde vas a llevarme?’… No lo llevaría a Gordo’s, ja, ja,” dijo Ari.
Con todo, cree que Gordo’s es un referente por su “constancia y comodidad.”
“Si eres un muchacho de Richmond o Sunset que se baja del autobús 38 tras un largo día, ese burrito de Gordo’s te llega como un cálido abrazo. Siempre. Los burritos están sazonados con nostalgia,” dijo Ari.
“Quiero decir, no son los mejores, pero tampoco son basura. ¡No están nada mal!,” dijo.
Aunque me sorprendió la facilidad con que Ari aceptó la creencia popular entre los de mi generación de que Gordo’s es algo mediocre, también me asombró la ternura y la nostalgia que transmitía la reseña de Alyssa.
“Gordo’s es todo un tesoro de nostalgia que me gusta visitar cuando necesito una comida reconfortante y familiar. Crecí en el Distrito de la Misión, así que, aunque no diría que Gordo’s es mi taquería predilecta, sin duda tiene algo especial este cálido refugio escondido en las afueras de la ciudad,” dijo, recordando su visita a Gordo’s después de “los frescos y difuminados atardeceres donde acaba la tierra.”
En cuanto al burrito, recuerda con cariño el sabroso pollo asado y la proporción justa de pico de gallo respecto al resto de ingredientes, “que mantenía un equilibrio armonioso entre lo salado y lo ácido,” sin ninguna verdura sorpresa, como guisantes o trozos de lechuga. En nuestra visita, no pudo apreciar la diferencia entre la tortilla de harina y la de espinacas, pero consideró que añadía una nota de naturalidad a la comida (o quizá fuera solo por la ráfaga de viento del océano).
“Pásate por Gordo’s para descubrir el sabor de ser joven e imprudente en San Francisco. Recorre los Sutro Baths, después de tomar un par de ponches en Trad’r Sam, o de aventurarte por las grietas del Golden Gate Park al anochecer,” dijo Alyssa.
En definitiva, Gordo’s ofreció una experiencia gastronómica sorprendentemente deliciosa. En el local de Geary, el personal, íntegramente latino, nos recibió con curiosidad y amabilidad, y trabajó con la habilidad y la atención de cualquier taquería de primera categoría.
Nuestros burritos con chile verde y frijoles negros en tortillas de espinacas (por recomendación de Ari) no tardaron en llegar y eran cuanto necesitábamos después de dos tragos en un bar irlandés cualquiera de Clement. Los frijoles y el arroz estaban en su punto de sal y esponjosos. El chile verde tenía bastante salsa, pero no saturaba en exceso el conjunto de la comida. La nata era más pesada, pero quién puede quejarse habiendo optado por la vía saludable de la tortilla de espinacas (ja, ja).
Las salsas no eran lo bastante picantes para mi gusto, pero eran sabrosas, y la textura de la tortilla de espinacas era más dura que la de la tortilla normal, aunque merecía la pena por la novedad de comer algo de color verde tan brillante. Lo malo es que no venden cerveza, pero, por suerte, estos burritos se disfrutan más después de tomarse la cerveza en algún lugar gélido y público como el bosquecillo de secuoyas de la arboleda del Golden Gate Park.
Reconozco que había menospreciado Gordo’s, únicamente por mi idea equivocada e invisibilizadora de que no hay latinos en the Aves. También confieso que los burritos de la Misión son mejores que los de otros barrios de la ciudad. Pero tras esta reseña, me comprometo a darle la vuelta a la jerarquía gastronómica de mi barrio. En la última etapa de la gentrificación, resulta de locos defender el principio de que el mejor burrito proviene de un lugar que ha perdido el 40 % de sus residentes latinos.
Pese a mi nueva entrega por la equidad en el consumo de burritos, probablemente pasen dos años hasta que vuelva a Gordo’s para pedir mi próximo burrito envuelto en espinacas. Eso sí, cuando lo haga, sin duda iré con Ari y Alyssa para pasar otra noche de niebla, chile verde y, quizá, incluso un par de “Mickey’s 40s.”
Me voy de gira para dar 10 conciertos al día en el South By Southwest, pero os dejo con dos canciones y un vídeo musical hasta mi próxima reseña. Echa un vistazo al teaser de “Penas con Pan” más abajo y no te pierdas el lanzamiento del 10 de marzo de mi doble sencillo “Penas con Pan” y “Down That Road.” ¡Viva!
Próximas fechas de conciertos en San Francisco
8 de abril: Brava Theater
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