Los mexicanos votan si el presidente se queda o se va

 Los mexicanos votan si el presidente se queda o se va

CIUDAD DE MÉXICO (AP) – Los mexicanos votan el domingo si su popular presidente debe terminar su sexenio apenas a la mitad o continuar hasta el final.

Extrañamente, el presidente Andrés Manuel López Obrador fue quien impulsó el primer referéndum de este tipo en México.

Se consideró una apuesta segura. El referéndum sólo es vinculante si vota al menos el 40% del electorado del país -algo que los expertos consideran poco probable- y López Obrador ha mantenido unos índices de aprobación en torno al 60%.

Teniendo en cuenta esto, los críticos han criticado el ejercicio como un despilfarro de dinero -casi 80 millones de dólares- y sólo una forma de que López Obrador reúna a su base a mitad de su mandato. Para alguien conocido como un eterno luchador en campaña, la esperada reafirmación de apoyo tiene sentido, pero para un presidente que habla abiertamente de austeridad plantea preguntas.

Algunos en la oposición han llamado a los votantes a boicotear. El partido Morena de López Obrador ha animado activamente a las bases del presidente a votar. El presidente se ha enfrentado a la crítica de que funcionarios y recursos del gobierno han promovido el referéndum.

El número de votantes que acudirá a las urnas ha sido la cuestión principal.

Patricio Morales, analista del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, dijo que la falta de conocimiento sobre el referéndum y el posible desinterés de los votantes podrían pesar en la participación.

Señaló que sólo el 7% de los votantes participó en otro referéndum el año pasado en el que se preguntaba si los ex presidentes debían ser enjuiciados.

El referéndum alimentó una disputa entre López Obrador y la respetada autoridad electoral de México. Los legisladores de su partido recortaron el presupuesto del Instituto Nacional Electoral y el instituto dijo que no tenía el dinero para llevar a cabo el referéndum que originalmente se estimaba que costaría más de 191 millones de dólares. Se negó a seguir adelante hasta que la Corte Suprema dictaminó que debía hacerlo. Los ajustes redujeron el coste previsto a 78,2 millones de dólares.

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