COLOMBO, Sri Lanka (AP) – Los habitantes de Sri Lanka compartieron arroz con leche y tortas de aceite para celebrar su tradicional año nuevo el jueves frente a la oficina del presidente, donde acamparon por sexto día exigiendo su renuncia por la peor crisis económica que se recuerda.
Los soldados que quedaron discapacitados en la guerra civil del país isleño encendieron un hogar, los monjes budistas entonaron versos religiosos y otros hicieron estallar petardos entre cánticos de: “¡Victoria a la lucha del pueblo!”.
Los manifestantes ocupan la entrada y los alrededores del despacho del presidente Gotabaya Rajapaksa, al que consideran responsable de la situación económica. También piden que su poderosa familia abandone el poder, acusándoles de corrupción y mal gobierno.
“Otros días nuestros hijos van a casa de sus abuelos para celebrar el año nuevo, pero hoy los hemos traído aquí para mostrarles la situación real del país”, dijo Dilani Niranjala, que asistió a la protesta con su marido y sus dos hijos de 10 y 8 años.
“No queremos mentirles sobre lo que ocurre en el país e ir a nuestro pueblo a celebrar el año nuevo. Desde pequeños deben ver la verdad y vivir con la verdad”, añadió.
El marido de Niranjala, Usitha Gamage, que trabaja como taxista, dijo que se había desanimado al ver cada mañana las noticias sobre el aumento vertiginoso del coste de la vida.
“Estoy muy contento de que esta lucha se lleve a cabo y me da nuevas esperanzas y energía”, dijo.
“El nuevo año -después de echarlos- va a ser estupendo para nosotros. Esto es lo que les he dicho a mis hijos”, añadió.
En los últimos meses, los ciudadanos de Sri Lanka han soportado la escasez de combustible y de alimentos, así como los cortes diarios de electricidad. La mayoría de estos productos se pagan en divisas, pero Sri Lanka está al borde de la bancarrota, con unas reservas de divisas cada vez más escasas y una deuda externa de 25.000 millones de dólares que debe pagarse en los próximos cinco años. Casi 7.000 millones de dólares vencen este año.
Se han visto obligados a hacer largas colas para comprar gas de cocina, combustible y leche en polvo, y los médicos han advertido que existe una escasez potencialmente catastrófica de medicamentos esenciales en los hospitales públicos.
Tharushi Nirmani, una estudiante de 23 años que ayudaba a distribuir alimentos a los manifestantes, dijo que el movimiento estaba uniendo a srilankeses de diferentes orígenes.
“Durante todos estos años, el año nuevo sólo lo celebraban dos grupos étnicos -cineses y tamiles-, pero la mayoría de las personas que estaban con nosotros anoche eran musulmanes”, dijo, refiriéndose a sus compañeros voluntarios. “Hay una unión increíble”.
El gobierno anunció el martes que suspende el pago de la deuda externa, incluidos los bonos y los préstamos entre gobiernos, a la espera de que se complete un programa de reestructuración de préstamos con el Fondo Monetario Internacional.
El gobierno dice que el Banco Mundial ha proporcionado 10 millones de dólares para comprar medicamentos y equipos esenciales, y que el Ministerio de Sanidad está en conversaciones con la Organización Mundial de la Salud y el Banco Asiático de Desarrollo para obtener financiación adicional. El gobierno también ha hecho un llamamiento a los esrilanqueses que viven y trabajan en el extranjero para que donen medicamentos o dinero para comprarlos.
El Banco Mundial dijo el miércoles que está preocupado por las inciertas perspectivas económicas de Sri Lanka y que está trabajando para proporcionar apoyo de emergencia a los hogares pobres y vulnerables para ayudarles a superar la crisis económica.
Gran parte de la ira expresada en las semanas de protestas se ha dirigido a la familia Rajapaksa, que ha ocupado el poder durante la mayor parte de las dos últimas décadas. Los críticos acusan a la familia de hacer que el gobierno pida grandes préstamos para financiar proyectos que no han dado dinero, como una instalación portuaria construida con préstamos chinos.
El presidente y su hermano mayor, el primer ministro Mahinda Rajapaksa, siguen en el poder, a pesar de que su poderosa familia política es el centro de la ira pública. Los Rajapaksa se han negado a dimitir, pero la crisis y las continuas protestas han llevado a muchos miembros del Gabinete a renunciar. Cuatro ministros han jurado su cargo como interinos, pero muchas carteras clave del gobierno están vacantes.
El Parlamento no ha logrado llegar a un consenso sobre cómo abordar la crisis después de que casi 40 legisladores de la coalición gobernante dijeran que ya no votarían de acuerdo con las instrucciones de la coalición, debilitando significativamente al gobierno.
Pero con los partidos de la oposición divididos, han sido incapaces de formar una mayoría para tomar el control del Parlamento.