ISLAMABAD (AP) – Los legisladores paquistaníes elegirán el lunes un nuevo primer ministro, culminando una tumultuosa semana de drama político que vio la destitución de Imran Khan como primer ministro y una crisis constitucional evitada por poco después de que el máximo tribunal del país interviniera.
El principal aspirante es Shahbaz Sharif, legislador de la oposición y hermano del ex primer ministro Nawaz Sharif, caído en desgracia. Pero su elección no garantizará un camino claro hacia adelante, ni resolverá los numerosos problemas económicos de Pakistán, como la elevada inflación y la creciente crisis energética.
Khan, una antigua estrella del cricket cuya ideología islamista conservadora y su tenaz independencia caracterizaron sus tres años y ocho meses en el cargo, fue destituido a primera hora del domingo tras perder una moción de censura en el Parlamento. Abandonado por los aliados de su partido y por un socio clave de la coalición, su oposición expulsó a Khan con 174 votos, dos más que la mayoría simple requerida en la Asamblea Nacional de 342 escaños.
La oposición ha elegido a Shahbaz Sharif como candidato a primer ministro, alegando que tiene suficientes votos a su favor.
El Pakistán Tehreek-e-Insaf de Khan, o Partido de la Justicia de Pakistán, ha presentado al ex ministro de Asuntos Exteriores y político experimentado Shah Mahmood Qureshi como su candidato. Pero Qureshi enturbió el domingo las aguas al decir que muchos legisladores del partido de Khan estaban contemplando la posibilidad de dimitir del Parlamento tras la votación del lunes para elegir al primer ministro.
En una demostración de fuerza y precursora de la incertidumbre política que se avecina, Khan reunió a cientos de miles de partidarios a última hora del domingo para protestar por su destitución, y describir al próximo gobierno como un “gobierno impuesto”. En ciudades de todo Pakistán, los partidarios de Khan marcharon agitando grandes banderas del partido y prometiendo su apoyo. Los jóvenes, que constituyen la columna vertebral de los partidarios de Khan, dominaron las multitudes.
Algunos lloraban, otros gritaban consignas prometiendo el regreso de Khan.
Khan también ha exigido elecciones anticipadas, aunque los comicios no deben celebrarse antes de agosto de 2023. Ha aprovechado el sentimiento antiamericano en Pakistán, acusando a Washington de conspirar con sus oponentes para derrocarle. Su teoría de la conspiración tiene eco en su joven base de apoyo, que a menudo considera que la guerra contra el terrorismo emprendida por Washington después del 11 de septiembre se dirige injustamente a Pakistán.
El drama político de Pakistán comenzó el 3 de abril, cuando Khan eludió la moción de censura inicial exigida por la oposición, disolviendo el Parlamento y convocando elecciones anticipadas. La oposición, que acusa a Khan de mala gestión económica, recurrió al Tribunal Supremo. Tras cuatro días de deliberaciones, el tribunal ordenó la reincorporación del Parlamento y el voto de censura siguió adelante. Tras una sesión parlamentaria maratoniana que comenzó el sábado y en la que también dimitió el presidente del Parlamento, Asad Qaiser. Khan fue destituido a primera hora del domingo.
Khan afirma que la oposición se confabuló con Washington para derrocarlo, supuestamente por su política exterior independiente que favorece a China y Rusia. También fue criticado por una visita que realizó el 24 de febrero a Moscú, donde mantuvo conversaciones con el presidente ruso Vladimir Putin mientras los tanques rusos entraban en Ucrania.
El Departamento de Estado de Estados Unidos ha negado cualquier implicación en la política interna de Pakistán.
El camino que queda por recorrer será tormentoso para la coalición de la oposición, formada por partidos que cruzan la división política, desde la izquierda hasta los radicalmente religiosos. Los dos partidos más grandes son la Liga Musulmana de Pakistán, encabezada por Sharif, y el Partido Popular de Pakistán, copresidido por el hijo y el marido de la ex primera ministra asesinada Benazir Bhutto.
En Pakistán, unas pocas familias ricas y poderosas han dominado la política durante décadas, y el poder se ha alternado casi siempre entre los Sharif y los Bhutto. Ambas casas políticas han sido acusadas y en ocasiones condenadas por corrupción generalizada, y ambas han negado las acusaciones.
Nawaz Sharif fue destituido por el Tribunal Supremo en 2015 tras ser condenado en relación con las irregularidades financieras reveladas en los llamados Papeles de Panamá, una colección de documentos financieros secretos filtrados que muestran cómo algunos de los más ricos del mundo ocultan su dinero y que implican a un bufete de abogados global con sede en Panamá. Fue inhabilitado por el Tribunal Supremo de Pakistán para ejercer su cargo.
Asif Ali Zardari, el marido de Bhutto que fue presidente de Pakistán tras las elecciones de 2008, ha pasado más de siete años en prisión, condenado por cargos de corrupción.
Ambas familias han desestimado las acusaciones de corrupción contra ellas por motivos políticos.
Khan llegó al poder en 2018, prometiendo romper el dominio familiar en Pakistán, pero sus oponentes afirmaron queganó las elecciones con la ayuda del poderoso ejército, que ha gobernado Pakistán durante la mitad de los 75 años de historia del país.
El ex primer ministro Nawaz Sharif fue destituido en 1999 en un golpe militar y el gobierno de Benazir Bhutto fue destituido varias veces después de que los militares se pusieran del lado de su oposición. En la política pakistaní, donde las lealtades suelen ser fluidas, la oposición más feroz de Bhutto procedía del partido de Sharif.
Shahbaz Sharif ha sido tres veces ministro jefe de la provincia de Punjab, la más grande e influyente de Pakistán, donde vive el 60% de los 220 millones de habitantes del país. Su hijo Hamza fue elegido por el parlamento provincial de Punjab la semana pasada como nuevo ministro jefe, desbancando al candidato de Khan. El partido de Khan está impugnando esa elección y el menor de los Sharif aún no ha jurado su cargo.
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