La tercera temporada de ‘For All Mankind’ explora a Elon Musk y la misión a Marte
La necesidad inherente del hombre de explorar, de superar los límites y de ser el primero vuelve a ser el centro de atención en la tercera temporada de Para toda la humanidad (10 de junio), la serie superlativa de Apple TV+ sobre una historia alternativa en la que los rusos ganan a los americanos en la luna, instigando así décadas de competición espacial que empuja a la humanidad cada vez más lejos en el cosmos. Marte es el objetivo de capitalistas y comunistas por igual en la nueva serie de 10 episodios de Ronald D. Moore, Matt Wolpert y Ben Nedivi, en la que el Planeta Rojo es un premio que buscan no sólo la NASA y sus homólogos soviéticos, sino también el fundador de Helios, Dev Ayesa (Edi Gathegi), un multimillonario al estilo de Elon Musk, decidido a vencer a sus rivales superpotentes hasta la línea de meta. La realidad y la fantasía siguen chocando de forma emocionante en este drama revisionista, posiblemente el mejor de la televisión, cuya ficción especulativa fuera de este mundo resulta tan intrigante y matizada como inspiradores son sus diversos personajes.
Son los primeros años de la década de 1990, y los Estados Unidos y la Unión Soviética siguen enzarzados en una acalorada contienda intergaláctica, esta vez por Marte, la siguiente parada en el viaje de la humanidad hacia los confines de la galaxia. Un fantástico montaje de apertura establece el escenario global: La heroica ex astronauta Ellen Wilson (Jodi Balfour) se presenta ahora como candidata a la presidencia por el partido republicano contra Bill Clinton; Nirvana domina las ondas de radio; y el país ha consagrado firmemente el sacrificio de Gordo (Michael Dorman) y Tracy Stevens (Sarah Jones) -que salvaron la colonia lunar de la fusión nuclear en el trágico final de la segunda temporada- como héroes nacionales, repletos de una película ganadora de un Oscar (Amor en las estrellas) sobre su destino. La leyenda ciega de la NASA Molly Cobb (Sonya Walger) sigue siendo la encargada de seleccionar a los astronautas del programa para las misiones. Sin embargo, cuando se trata de Marte, ese papel la pone en conflicto directo con la jefa de la agencia, Margo Madison (Wrenn Schmidt), ya que Molly quiere que el temerario piloto de pruebas Ed Baldwin (Joel Kinnaman) sea el primer estadounidense en Marte -permitiéndole así expiar su fracaso a la hora de poner un pie en la luna- mientras que Margo prefiere a la fría, racional y cualificada Danielle Poole (Krys Marshall) para esa tarea.
Antes de Para toda la humanidad pueda ahondar en esa tensión, introduce a los espectadores en una década de los 90 que parece haber surgido de la imaginación de Stanley Kubrick por cortesía de Polaris, un hotel espacial comercial en constante rotación creado y gestionado por el viudo de Tracy, Sam Cleveland (Jeff Hephner), y su socia Karen Baldwin (Shantel VanSanten). Polaris es el escenario del gran evento del estreno: la boda del Gordo y el hijo de Tracy, Danny (Casey W. Johnson), a la que asisten Danielle y su nuevo marido e hijastro, así como Ed y su última novia. Las cosas entre los ex Ed y Karen son incómodas aunque generalmente estables. Sin embargo, los sentimientos de Danny por Karen son más volátiles después de su pasada aventura de una noche, un error que Karen vuelve a lamentar cuando Danny elige como canción de boda la misma melodía (“Don’t Be Cruel”) que sonó durante su cita clandestina.
Polaris es una maravilla del ingenio, pero pronto se ve acosada por una catástrofe que la convierte en un Titanic orbital. Esta calamidad acaba proporcionando la oportunidad que buscaba Ayesa, que se asocia con Karen para equipar el Polaris con sus pioneros motores de metano -alimentados por una revolucionaria fuente de energía verde que está dejando fuera de juego a la industria de los combustibles fósiles (para furia de los obreros)- para conquistar Marte en 1994, con dos años de antelación al calendario de los estadounidenses y los rusos. La audacia de Ayesa, a su vez, motiva a Estados Unidos y a Rusia a adelantar sus planes, y estos últimos presionan a Margo para que diseñe motores amenazándola con revelar que es una traidora que ha colaborado en secreto durante años con su homólogo ruso (y aspirante a amante) Sergei (Piotr Adamczyk).
A la vuelta de cada esquina, Para toda la humanidad encuentra tensas dinámicas geopolíticas e interpersonales, ya sea el enamoramiento a fuego lento de Danny por Karen (y la amargura concurrente hacia la figura paterna casi sustituta de Ed), el persistente enfado de su hermano Jimmy (David Chandler) por la muerte de sus padres, el duelo amistoso entre Ed y Danielle por el puesto de comandante de la misión de la NASA, o el enfrentamiento entre el titán del sector privado Ayesa y sus adversarios gubernamentales en la búsqueda de la creación del primer puesto de avanzada en Marte. Los cortes de aguja elegidos están siempre presentes (incluido el uso de “Black Hole Sun” de Soundgarden), al igual que los celos, la traición, la lealtad, la traición, la ambición y los esfuerzos por evitar la repetición de un pasado traumático.errores. Todo el mundo está definiendo y redefiniendo sus identidades, incluida la comandante en jefe Ellen (que se convierte en la improbable madrina de “Don’t Ask, Don’t Tell”), y eso también se extiende al propio país, aquí reconfigurado por el tira y afloja entre el deber patriótico y las prioridades corporativas.
“Los cortes de aguja elegidos están siempre presentes (incluyendo el uso elevado de “Black Hole Sun” de Soundgarden), al igual que los celos, la traición, la lealtad, la traición, la ambición y los esfuerzos para evitar repetir los traumáticos errores del pasado.”
Para toda la humanidad sirve un complejo guiso de micro y macro ansiedades, agresiones y aspiraciones, impregnado de una consistente profundidad y emoción por un equipo de tremendos escritores, directores y actores. El asombro de la serie por el cosmos y la creencia en la capacidad de la humanidad para la grandeza (y la comprensión de su impulso para conquistar nuevos horizontes), es el catalizador de sus argumentos de historia alternativa, que siempre se basan en los altibajos de sus convincentes protagonistas tridimensionales. Moore, Wolpert y Nedivi expresan -y provocan- una intensa empatía con sus numerosos personajes y sus complicados apuros, al tiempo que presentan una visión de la modernidad en la que hombres y mujeres (de todas las nacionalidades, colores y convicciones) se debaten constantemente entre sus impulsos egoístas y altruistas.
Esas compulsiones dan lugar a la atrevida carrera a tres bandas por Marte y, posteriormente, a la lucha por los valiosos recursos que el planeta ofrece tanto a los colonos como a quienes se esfuerzan por viajar aún más al espacio. Al igual que antes, la serie se basa en la idea de que los auténticos triunfos surgen de los fracasos, y también de soñar que siempre podemos llegar más lejos, sin importar los obstáculos aparentemente insuperables en nuestro camino. En este sentido, se trata de un ensueño fundamentalmente optimista sobre los límites a los que nos enfrentamos y que nos imponemos a nosotros mismos, y los esfuerzos resultantes que hacemos para trascender esas limitaciones por el bien individual y comunitario. En su tercera temporada, Para toda la humanidad vuela alto en su viaje a lo desconocido, descubriendo en el camino las cualidades reales que nos hacen ser quienes somos y nos impulsan a ser mejores.