Marilyn Monroe fue una belleza intemporal, una gran estrella de cine, una comediante con talento y un ser humano complicado cuyas luchas personales y profesionales se desarrollaron bajo la dura luz de los focos de Hollywood. Reestructurada: Marilyn MonroeSin embargo, la complejidad de Monroe no le importa. Según su título, la docuserie de cuatro partes de la CNN (16 de enero) sobre la vida y la carrera de la actriz pretende reescribir el legado de Monroe, reconstruyéndola como una figura que no fue una víctima pasiva y trágica, sino que, por el contrario, fue una pionera feminista luchadora que se enfrentó a una cultura misógina y paternalista que pretendía hundirla. Eso fue, en parte, cierto, aunque el elogio de este asunto de no ficción es tan uniformemente insistente que, en última instancia, juega como una obra de una sola nota impulsada por la agenda con la intención de reimaginar y celebrar el icono en la moda inflada, y claramente moderna, #MeToo.
Esto no quiere decir que Monroe no fuera a veces injusta y asquerosamente menospreciada, denigrada y maltratada durante su estratosférico ascenso y prematura caída, que culminó con su muerte en 1962 (debido a una sobredosis de barbitúricos) a la edad de 36 años. Más bien se trata de que Reformulada: Marilyn Monroe (narrada por Jessica Chastain) quiere impulsar una tesis concreta, y se pasa sus cuatro entregas sin hacer otra cosa que reafirmarla, transformando cada momento notable de la vida de Monroe en un ejemplo de su fuerza, tenacidad, astucia, independencia y “agencia”, término este último que se oye incesantemente para subrayar la idea de que Monroe tenía el control absoluto de sí misma y de su trayectoria en todo momento. La autosuficiencia proactiva es el tema que guía este esfuerzo, aunque sigue siendo una línea inconsistente, ya que el retrato de la directora Karen McGann vacila en un instante entre condenar a una serie de hombres (y los sistemas que crearon) por dañar a Monroe, y sostener que Monroe no fue realmente víctima porque devolvió el golpe a sus opresores en todo momento.
Tal confusión socava gran parte de Reformulado: Marilyn Monroeaunque su deseo de recontextualizar a Monroe como una pionera feminista del siglo XXI está claro desde el principio, y culmina con la afirmación de Amber Tamblyn, al final del último episodio, de que cree que Monroe habría estado en la primera línea de los activistas de hoy en día y habría sido una gran voz en el movimiento #MeToo. Sea esto cierto o no, el empeño en comprender a Monroe en términos progresistas contemporáneos en lugar de por sí misma es el principal defecto de esta docuserie. Cada una de las acciones de Monroe se presenta como un emblema de su determinación, su talento y su inteligencia, incluidos sus contratiempos, que se presentan de forma creativa como indicadores de su desafío, su determinación y su valentía. Desde esta perspectiva, Monroe no sufrió ningún fracaso real ni cometió ningún error; cada uno de sus movimientos era una expresión de su habilidad y genio iluminados.
Reformulado: Marilyn Monroe pretende ver a Monroe tal y como era en realidad, divorciada de la misoginia de la época. Sin embargo, está tan obsesionado con dispensar un tipo específico de veneración que acaba siendo poco convincente, incluso cuando sus particularidades -y su análisis de esas particularidades- son acertadas.
La investigación del director McGann, apoyada en fotografías, clips de películas y de prensa, y entrevistas de audio con Monroe, traza la trayectoria de Monroe desde aspirante a estrella contratada hasta actriz principal, una trayectoria que incluyó enfrentamientos con el jefe de la Twentieth Century Fox, Darryl F. Zanuck, una relación con el pez gordo de Columbia Pictures, Harry Cohn, y una lucha final para crear su propia compañía de producción que le otorgaría el poder de elegir una gama más amplia de papeles, así como sus guiones y directores. Para quienes no conozcan la historia de Monroe, este material se aborda de forma ágil y con el dramatismo necesario. Además, está adornado por los comentarios de una colección de cabezas parlantes, ya sean las actrices Ellen Burstyn y Mira Sorvino, la biógrafa Cindy De La Hoz, las críticas de cine Angelica Jade Bastien y Christina Newland, o la profesora de literatura americana Sarah Churchwell, cuyo libro Las muchas vidas de Marilyn Monroe es la base de este esfuerzo, y que hace el trabajo más pesado en el departamento de exageración de las cosas.
Ver a Monroe bajo una nueva luz, libre de las actitudes y suposiciones sexistas de antaño, es un objetivo noble y valioso, pero Reformulada: Marilyn Monroe no sirve bien a su tema al reconfigurar su historia para que sea inquebrantablemente halagadora. Según los protagonistas de la docuserie, Monroe era la verdadera artista detrás de sus memorables instantáneas (el fotógrafo no era más que un funcionario); ella misma era su mejor y estratégico publicista; sus giras de la USOfueron prueba de su inmensa preocupación por los demás y de su conciencia política; su amor y apoyo a Ella Fitzgerald demostraron que era una heroína de los derechos civiles adelantada a su tiempo; y la postura desafiante de su tercer marido, Arthur Miller, contra el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes fue en realidad idea de Monroe.
Y así sucesivamente, con la gente hablando de cómo quieren conocer a Monroe como una persona tridimensional, incluso cuando la convierten en un objeto radiante sobre el que pueden proyectar sus propias opiniones oportunamente politizadas. Tamblyn se refiere a ella como “una Kardashian original” por saber manipular, y asombrar, a la prensa, mientras que otros oradores esgrimen frases como “la mirada masculina” y “la economía sexual”. No importa lo relevantes o acertadas que sean algunas de estas nociones, Reformulado: Marilyn Monroe no tiene ningún interés en luchar con la realidad de la actriz y sus altibajos, pues está demasiado ocupado en promover una visión que se ajuste a sus propias necesidades. Para él, Monroe no puede ser simplemente una luminosa estrella de cine; tiene que ser también una titánica artista. No puede ser simplemente una astuta celebridad mediática; tiene que ser un cerebro táctico. Y no puede ser alguien que, en sus últimos años, necesitara ayuda; siempre fue una guerrera fuerte e intrépida que se opuso a un statu quo machista que pretendía reducirla a una mera pin-up rubia platino, incluso cuando utilizaba su atractivo sexual con fines de empoderamiento.
Un laudatorio tenaz, Reformulada: Marilyn Monroe no logra transmitir un sentido genuino de quién era Monroe; sustituye una interpretación mítica de ella por otra. Corrigiendo el rumbo en exceso, evita enfrentarse a la complejidad de su tema para convertirla en un símbolo simplista de la feminidad moderna y de la continua lucha por la igualdad femenina. Al tratar de ampliar nuestra comprensión, resulta frustrantemente reductora.