Halloween se acaba: Jamie Lee Curtis se merece algo mucho mejor que este lamentable final de la franquicia de terror
Las franquicias de terror acostumbran a anunciar la muerte de sus asesinos, para luego incumplir esa promesa. Por lo tanto, si usted está contando con Halloween Ends-la (desafortunada) decimotercera entrega de la serie, incluyendo los dos excelentes remakes de Rob Zombie- sea la resolución definitiva de la saga de Michael Myers, tengo algunas tierras pantanosas de primera calidad para venderte.
La tercera Halloween dirigida por David Gordon Green, todas ellas -cronológicamente hablando- siguieron directamente a la original de John Carpenter de 1978, El final de Halloween ofrece el enésimo enfrentamiento entre el merodeador enmascarado y la siempre acosada Laurie Strode de Jamie Lee Curtis, que continuamente intenta, y no consigue, matar al asesino que ha convertido su vida en una larga pesadilla traumatizada. Esta vez, sin embargo, las cosas pueden resultar diferentes. (Es una broma.) El supuesto cierre de Green es más de la misma tontería sin miedo, aderezada con un discurso sobre el mal, la supervivencia y el sufrimiento. Tan lúgubre es esta última vuelta de tuerca que el título de la película resuena menos como una garantía que como una cruel burla, tentando al público con la finalidad a pesar de que todo el mundo asume naturalmente otro reinicio (Halloween Reborn? Halloween: The Next Generation?) está a sólo unos años de distancia.
No obstante, pretendiendo que sea para siempre el final del reinado de terror de Michael, Halloween Ends retoma la acción cuatro años después de su predecesora con Laurie viviendo en una nueva casa en Haddonfield, Illinois, con su nieta Allyson (Andi Matichak), que sigue trabajando en el hospital que fue invadido por una turba furiosa en la floja entrega anterior Halloween Kills. Laurie está escribiendo un libro sobre sus experiencias relacionadas con Michael como medio para sobrellevar sus cicatrices emocionales, y cuando ve al ayudante del sheriff Frank Hawkins (Will Patton) en el supermercado, se encuentra lo suficientemente estable como para coquetear. Haddonfield, por desgracia, sigue siendo un lugar espeluznante que está “infectado” con algún tipo de plaga letal que da lugar a innumerables tragedias, la más notoria de las cuales es un incidente de 2019 -representado en un prólogo- en el que la niñera Corey (Rohan Campbell) es objeto de burlas por parte del niño que está cuidando y, a través de una confluencia de desafortunados giros del destino, mata accidentalmente al niño, convirtiéndose así en un paria local.
Corey trabaja ahora en el taller mecánico que dirige el novio de su madre, y después de que Laurie le proteja de un grupo de matones del instituto, le empareja con Allyson. La rapidez con la que Allyson se encariña con Corey es fulminante, y El final de Halloween quiere presentarlos como una pareja unida por el dolor sangriento de su pasado y el ostracismo que aún soportan en el presente. Sin embargo, el guión de Green (coescrito con Danny McBride, Chris Bernier y Paul Brad Logan) no convence en ese aspecto; Allyson y Corey se sienten principalmente como un elemento porque la película necesita meter al desquiciado Corey en la órbita de Laurie. Es el tipo de escritura descuidada que ha definido los esfuerzos de la serie de Green, y en este caso, se extiende a casi todas las líneas de diálogo cojo pronunciadas por estos personajes, que fume, mope y se afligen con madera uniforme.
[Minor Spoilers Follow]
Las cosas toman un giro hacia lo homicida cuando Corey es empujado desde un puente por sus atormentadores y arrastrado a la gigantesca tubería de desagüe de aguas pluviales por nada menos que Michael, que aparentemente ha estado escondido en las alcantarillas infestadas de ratas durante cuatro años. En el mismo instante en que Michael va a estrangular a Corey hasta la muerte, se cruzan las miradas y, bueno, de alguna manera el espíritu brutal de Michael se transfiere al joven. En poco tiempo, Corey se deleita con sus impulsos más oscuros, lo que acaba siendo bastante fácil ya que Halloween Ends introduce una variedad de personajes cuyo único propósito es ser malo con Corey y, en consecuencia, convertirse en el blanco de su ira. Laurie acaba percibiendo que no todo va bien con Corey -en gran parte porque empieza a merodear por los setos de su jardín delantero a la manera de Michael-, pero dado que ella le presentó a Allyson, se da cuenta de que la ruptura de la pareja pone en peligro la relación con su nieta.
El final de Halloween se permite una cantidad moderada de horripilancia, aunque sólo una muerte notable que implica el corte de una lengua. Sin embargo, el terror real está totalmente ausente. Green no puede pasar dos minutos sin intentar sacudir a los espectadores con algún ruido excesivamente fuerte, pero cuando se trata de crear suspense o de ofrecer resultados sorprendentes, se tambalea por completo. No hay ni un solo momento de miedo, sino una serie de momentos aburridos.asesinatos cometidos por personas distintas de Michael, que al principio se encuentra en un estado debilitado y pretende rejuvenecer apuñalando a inocentes. El factor miedo de Michael ha sido disipado por numerosas secuelas pésimas que explotan los mismos trucos (por ejemplo, hacer que el hombre del saco enmascarado se materialice detrás de sus víctimas desprevenidas), pero eso no es una excusa para la escasez de piezas escénicas que se esfuerzan por hacer temblar los nervios.
“No hay ni un solo momento aterrador, sino una serie de asesinatos sin importancia cometidos por individuos distintos de Michael, que al principio está debilitado y pretende rejuvenecer apuñalando a inocentes.”
Curtis medita de forma idéntica a como lo hizo en 2018 Halloween y 2021 Halloween Kills (excepto aquí con el pelo rubio), y al igual que Michael, su rutina es rancia hasta el punto de la parodia; cuando la gente acusa a Laurie de querer secretamente que Michael la encuentre, es difícil ver el error en su lógica. Allyson es una presencia anodina y Corey es el tipo de aspirante a loco que es todo superficie-una situación exacerbada por un repetido vaivén en el que se le tilda de “psicópata” al “freakshow” de Laurie. Los fallos de continuidad son tan comunes como los clichés (no es de extrañar que la compañera de trabajo de Allyson, de alto nivel sexual, esté condenada), lo que confiere a los procedimientos una flojera general que neutraliza cualquier potencial de tensión.
Lo peor de todo, El fin de HalloweenEl enfrentamiento final entre Michael y Laurie es tan anticlimático que su supuesta conclusión parece una broma. Además, tras dos horas de hablar de que el mal es parecido a un veneno -después de que en las anteriores entregas se describiera a Michael como una “idea” y no como un hombre- es imposible tomarse el final como algo serio. En consecuencia, la única parte relacionable de todo este asunto es la visión de un personaje que ignora el caos rutinario que hay justo al otro lado de su ventana en favor de ver a Jean-Claude Van Damme pateando culos en Hard Target.