El presidente de El Salvador quiere prolongar el estado de excepción

SAN SALVADOR, El Salvador (AP) – El presidente Nayib Bukele pidió el domingo al Congreso de El Salvador que prorrogue por otros 30 días un decreto de emergencia contra las pandillas.

Bukele ha utilizado los poderes de emergencia para acorralar a unos 16.000 presuntos pandilleros, tras una serie de asesinatos en marzo.

Los grupos de derechos han criticado las medidas, diciendo que las detenciones son a menudo arbitrarias, basadas en la apariencia de una persona o en su lugar de residencia.

El estado de excepción original de 30 días aprobado a finales de marzo restringe el derecho a reunirse, a ser informado de los derechos y a tener acceso a un abogado. Amplía a 15 días el tiempo que una persona puede estar detenida sin cargos.

Se produjo después de una oleada de asesinatos a finales de marzo, cuando se atribuyó a las bandas 62 asesinatos en un solo fin de semana, un nivel de violencia que el país de 6,5 millones de habitantes no había visto en años.

Bukele también ha establecido una serie de otras medidas.

Entre otras cosas, alargaron las penas, redujeron la edad de responsabilidad penal a 12 años.

El Congreso de El Salvador ha autorizado penas de prisión de 10 a 15 años para los medios de comunicación que reproduzcan o difundan mensajes de las pandillas, lo que ha alarmado a los grupos de defensa de la libertad de prensa.

Los pandilleros recluidos en las cárceles salvadoreñas han sido sometidos a raciones reducidas de alimentos, se les ha negado el uso de colchones y han sido trasladados en forma de rana.

Los grupos de derechos han expresado su preocupación por el hecho de que personas inocentes sean atrapadas en las redadas dirigidas a las conocidas y violentas bandas callejeras.

Las bandas controlan franjas de territorio mediante la brutalidad y el miedo. Han llevado a miles de personas a emigrar para salvar sus propias vidas o las de sus hijos, que son reclutados a la fuerza. Su poder es más fuerte en los barrios más pobres de El Salvador, donde el Estado ha estado ausente durante mucho tiempo. Son un lastre para la economía, ya que extorsionan incluso a los que menos ganan y obligan a cerrar a los negocios que no pueden o no quieren pagar.

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