¿Consiguió la salvaje y extraña serie ‘Paul T. Goldman’ su final?
Peacock’s Paul T. Goldman mete ficción y realidad en una batidora, cuyo resultado es una mezcla delirantemente demencial de verdades, medias verdades e ilusiones. La ambigüedad, la contradicción y la confusión son inherentes a su atractivo. En su final, la serie no se desvía de ese camino, ofreciendo respuestas y teorías que no hacen sino complicar aún más el retrato de su protagonista y de su desternillante y disparatada historia.
(Advertencia: ¡Spoilers a continuación!)
Paul T. Goldman escribió un libro, Duplicidadsobre la traición que sufrió a manos de su segunda esposa, Audrey Munson, y sobre su descubrimiento de que ella supuestamente dirigía una red de tráfico sexual (como prostituta convertida en madame) con su novio proxeneta Royce Rocco. Después escribió numerosas secuelas ficticias de ese tomo (Crónicas de Paul T. Goldman) en el que se presentaba como un superespía dedicado a destruir la organización criminal de Munson y Rocco.
Paul T. Goldman no sólo ha detallado eso, sino que ha dramatizado esas novelas (por cortesía del guión del propio Goldman). En su última entrega, revela que el deseo de Goldman de reimaginar su vida en términos elogiosos se extiende aún más allá -a saber, a una serie spin-off de acción en vivo que involucra a su hijo (Las crónicas de Johnny Goldman) y otra de animación protagonizada por su perro Ceezer (Detectives de la calle Darling), ambas llevadas a la pequeña pantalla por el director Justin Woliner.
Estos proyectos ilustran cómo Goldman ha afrontado la traición de Munson creando fantasías extravagantes en las que es una villana nefasta aliada con malhechores internacionales. En ellas, es a la vez una víctima normal y corriente y un justiciero bienhechor cortado por un patrón hollywoodiense al estilo 007.
Paul T. Goldman es el estudio de un hombre que, herido por el rechazo (conoció a Munson durante tres meses antes de casarse con ella, sólo para que ella intentara arrebatarle sus bienes al salir por la puerta), respondió intentando reescribirse a sí mismo y a su historia, literal y figuradamente. El espectáculo de Woliner no es más que una extensión de ese modus operandi, dándole el espacio para interpretar una versión alternativa de sí mismo que no está herida, crédula y sola.
Al mismo tiempo, sin embargo, Paul T. Goldman no se traga del todo lo que vende su protagonista; en grandes y pequeños aspectos, ha demostrado ser un examen incisivo de los extravagantes autoengaños de Goldman, algunos de los cuales se desmoronan en el final. Como se insinuó en el cliffhanger del quinto episodio, Woliner encontró a Royce Rocco, alias John Cadillac McDaniel. Y a través de conversaciones con él y con su presunto compinche traficante Albert Borelli, alias Anthony Zwiener, se aclaran varias cosas, ninguna de ellas favorable para Goldman.
Para empezar, la vidente Terri Jay manipulaba claramente a su ingenuo cliente Goldman para obtener beneficios. El propio Goldman perpetró más de unas cuantas artimañas desagradables (si no directamente calumniosas) a lo largo de su “investigación”, la peor de las cuales incluía una carta falsa a los padres de Munson y las consiguientes afirmaciones de que Munson había ejecutado a su madre y a su padre (que murieron en un asesinato-suicidio).
Más que una madame, Munson parece ser una turbia estafadora con numerosos novios y maridos de los que se aprovechaba para conseguir dinero. Rocco era simplemente uno de esos antiguos pretendientes. Zwiener, por su parte, es en realidad un amigo de McDaniel y un misionero casado desde hace mucho tiempo que tiene explicaciones convincentes para las “pruebas” que Goldman encontró en el cubo de basura de McDaniel.
Ese material (fotos, talones de billetes de avión, mensajes por fax) era la base de todo el caso de Goldman contra Munson y Rocco, así que cuando se le presentó la verdad en Paul T. GoldmanPor eso, cuando se le presenta la verdad en el último episodio de Paul T. Goldman la fachada de seguridad de Goldman se desmorona y se disculpa inmediatamente ante las cámaras con Zwiener. Es un momento tan inevitable como triste, al que sigue el primer visionado de Goldman de este mismo programa en el estreno.
Inicialmente entusiasmado con su nueva celebridad de alfombra roja, el entusiasmo de Goldman se desvanece cuando se da cuenta de que Woliner no ha hecho la serie que él quería, sino ésta, que se toma con humor las invenciones y conjeturas de Goldman sin aceptarlas totalmente. El posterior enfrentamiento entre Goldman y Woliner entre bastidores resulta tan lamentable como desgarrador, ya que Goldman intenta desesperadamente mantener una cara valiente y fingir que no está enfadado mientras denuncia el hecho de que la serie, al presentar sunarraciones, ha expuesto su verdadero yo.
Esto hace que suene como Paul T. Goldman termina con una nota que tacha a Goldman de fraude, pero Woliner reconoce astutamente que las cosas son más complicadas que eso. Como expresan sus secuencias finales, editadas por expertos, Goldman -en respuesta a la última de una serie de rechazos de toda la vida que comenzó, emocionalmente, con su padre- tomó trozos de la verdad y los tejió en un loco tapiz en el que no era una víctima secundaria de Munson, sino el héroe central de una extensa historia de espionaje.
Eso puede ser patético, pero el hecho es que Goldman tuvo éxito en su misión, como lo demuestra la existencia de Paul T. Goldman mismo. Goldman soñó un gran sueño, y ese sueño se hizo realidad, repleto de escenas de acción, escenas de sexo con una bella actriz y momentos dramáticos revisionistas que lo empapan de una luz favorecedora.
En resumen,Paul T. Goldmanes la historia de un individuo delirante que lidiaba con el dolor sumergiéndose en ilusiones egoístas y de juego de rol, y también de un salvaje buscavidas que hizo realidad esas fantasías. Es a la vez un pelele y un guerrero, y gracias a la fascinante, divertida y sorprendentemente conmovedora serie de Woliner, es una de las estrellas más reveladoras e inolvidables de la televisión moderna.