Tanto como los propios boxeadores, las trilogías de boxeo han ayudado durante mucho tiempo a enmarcar las épocas de su deporte. Combates de goma como Ali vs. Frazier, Ali vs. Norton, Patterson vs. Johansson, Zale vs. Graziano y otros trípticos determinaron quién era el mejor de dos maestros igualados del arte marcial estadounidense.
Anoche, en el T-Mobile Arena de Las Vegas, asistimos a un momento puntuable en la historia del boxeo, cuando Gennady “GGG” Golovkin (42-1-2, 37 nocauts) y Saúl “Canelo” Álvarez (58-2-2, 39 nocauts) se enfrentaron por tercera vez, con Álvarez defendiendo su indiscutible título de peso supermedio.
En septiembre de 2017, Álvarez logró -o quizás sería más apropiado decir, “se le regaló”- un empate. Un año después, Álvarez hizo ajustes y mejoró, pero solo lo suficiente para salir con una victoria por decisión dividida muy disputada.
Dadas las astronómicas cifras de pago por visión y la alta calidad de los dos combates, habría sido lógico que los promotores organizaran inmediatamente un tercer combate decisivo. Sin embargo, la lógica y el boxeo no siempre han sido buenos compañeros.
El público del boxeo ha tenido que esperar cuatro años para que estos consumados artistas de la violencia se reúnan bajo los focos. Como se hizo evidente esta noche, el retraso fue más un golpe al hígado para Golovkin, de 40 años, que para Álvarez, de 32.
Natural de Kazajstán, Golovkin ha llegado a la edad en la que el Padre Tiempo es tan enemigo como su oponente en el ring. Los conocedores del boxeo observaron que GGG había perdido un paso y un milisegundo de sus reflejos mercuriales.
Después de su victoria en 2018, Álvarez acribilló a una serie de oponentes cacareados, copando los cinturones de peso supermedio y semipesado. El año pasado, Álvarez fue galardonado por Ring Magazine como el mejor boxeador libra por libra del planeta, un honor que en su día recibió GGG. Sin embargo, en mayo de 2022, Álvarez tuvo un caso de arrogancia y desafió al campeón de los pesos semipesados, Dmitry Bivol. En una sorprendente sorpresa, Álvarez fue derrotado con contundencia.
Después de la derrota de Bivol, y de tener que escuchar constantemente las murmuraciones sobre veredictos cuestionables, el supernova mexicano llegó a Las Vegas con la ardiente necesidad de reafirmar su supremacía en el ring contra su archienemigo.
“Tras la derrota de Bivol, y teniendo que escuchar constantemente las murmuraciones sobre veredictos cuestionables, el supernova mexicano llegó a Las Vegas con una necesidad ardiente de reafirmar su supremacía en el ring contra su archirrival.”
Y eso es lo que hizo anoche. Durante las primeras ocho estrofas, Golovkin hizo poco más que manotear con su jab. Estuvo inactivo e ineficaz. Álvarez acechó al púgil que siempre ha sido el acosador, se mantuvo en el bolsillo y disparó aluvión tras aluvión de combinaciones ajustadas. Canelo, un contragolpeador inigualable, marcó a GGG con derechos rectos sobre las izquierdas de GGG. De forma poco habitual, Golovkin trató de ir al cuerpo, pero Álvarez lo superó con ganchos y uppercuts.
Golovkin no pelea bien de espaldas y Álvarez respaldó a su peligroso enemigo durante toda la noche. Siempre cultivando su cruel oficio, Álvarez cambió de nivel más que en el pasado, y tal vez como resultado, Golovkin tuvo más dificultades para aplicar su cacareado jab, que utiliza como garrote y medio para crear aperturas para sus renombrados golpes de poder.
Durante el quinto acto de la trilogía, Golovkin pareció cobrar vida. El púgil al que solían llamar “bestia” mostró algo de ferocidad, avanzando, y marcando con respetables uppercuts y derechas, pero la dinamita simplemente no estaba allí, a pesar de que estaba atacando a un cansado Álvarez.
Dos jueces puntuaron el combate 115-113; el tercero, 116-112. Muchos miembros de la prensa no dieron a GGG ni un solo asalto. Yo le di a GGG el visto bueno en tres asaltos.
Tras la campana final, los púgiles parecían haberse limpiado de su animosidad. Golovkin abrazó a Canelo, le agradeció la pelea y dijo que no hay más enemistad. Además, GGG recordó a todos que sigue siendo el campeón unificado de peso medio y que seguirá haciendo campaña.
Canelo expresó además su gratitud y afecto por su antiguo enemigo. En cuanto al futuro, desea ardientemente una revancha con Bivol, que Canelo enfatiza: “Debe y va a ganar. Por él, por su familia y por México”.
¿Y quién va a dudar de él después de una actuación magistral como la de esta noche?