American Idol’ vuelve con… ¿un homenaje a Ahmaud Arbery y Breonna Taylor?
El domingo, American Idol emitió el estreno de su 20ª temporada, haciendo que la gente de todo el país suspirara: “Maldita sea, estoy viejo”.
Han pasado oficialmente 20 años desde que las inmortales palabras “Te vas a Hollywood” fueron pronunciadas por primera vez al unísono por Randy Jackson, Paula Abdul y Simon Cowell. Dos décadas del fenómeno cultural que dio a luz a grandes estrellas que definen generaciones como Kelly Clarkson, Jennifer Hudson y Carrie Underwood. Idol’Puede que la popularidad de Idol ya no sea la de antaño, pero hubo un tiempo en el que todo el mundo reservaba esa hora de los martes y los miércoles para ver a Cowell y Abdul coquetear sin descanso entre versiones olvidables de canciones de Whitney Houston.
Ahora, American Idol se emite en ABC, y su jurado está formado por los cantantes reales Katy Perry, Lionel Richie y Luke Bryan. Los fans recordarán que las primeras temporadas del programa se caracterizaban por burlarse de los delirios de los concursantes que fracasaban, y que Simon Cowell le decía a una adolescente de Kentucky las cosas más feas que jamás se hayan oído. Y no olvidemos el infame y mezquino arco de William Hung “She Bangs” de la tercera temporada. En cambio, la actual iteración de Idol se centra en historias inspiradoras que hacen llorar y, bueno, en gente que realmente sabe cantar.
Por lo demás, el programa resulta bastante familiar. Ryan Seacrest sigue siendo el presentador, un maniquí siempre sonriente que es esencial para el programa. Idol ADN. Los concursantes siguen desempolvando sus historias más trágicas con la esperanza de conseguir tiempo de cámara y salir del edificio con el codiciado “billete dorado” a Hollywood.
El tema de la temporada del 20º aniversario es “A Moment Like This”, inspirado en la (increíble, por cierto) balada de Kelly Clarkson del mismo nombre. Mentiría si dijera que no se me pusieron los ojos llorosos durante la compilación de la introducción de los aspirantes cantando la canción, y también, vale, varias veces más a lo largo del episodio. Considérenme oficialmente susceptible a las apuestas emocionales fabricadas.
Hay muchos cantantes con talento en la primera ronda de audiciones. Destacan Noah, un trabajador de la construcción y joven padre que canta con una voz conmovedora de tipo country y Ray-LaMontagne, y Nicolina, una joven de 18 años con un cinturón que produce escalofríos.
Este año, Idol ha introducido unos billetes de platino especiales que garantizan automáticamente a sus destinatarios la seguridad en la primera ronda de eliminaciones de Hollywood y que sólo se conceden a nueve concursantes en todo el proceso de audición. La primera ganadora del billete de platino es una cantante de country al estilo de Miranda Lambert, cuyo nombre artístico es Hunter Girl.
Hay una audición con trampa que apesta a vintage Idol-una chica gamer con zapatillas de conejo rosas con una voz de bebé chillona demasiado peculiar como para no verse afectada, especialmente teniendo en cuenta cómo se desliza sin problemas varias octavas más profundas para cantar “Rolling on the River” de Tina Turner. También hay una aparición de la nieta literal de Aretha Franklin, Grace Franklin, de 15 años, aunque al final resulta ser demasiado inexperta para pasar el corte.
Pero todo esto se vuelve instantáneamente irrelevante en los últimos quince minutos del episodio, cuando el compositor neoyorquino Taylor Fagins entra en la sala de audiciones. Su entrada viene precedida de una conversación entre los jueces sobre cómo esperan encontrar grandes artistas que se expresen a través de canciones originales. Qué momento tan fortuito para que Fagins entre por la puerta. El joven de 26 años se sienta al piano para interpretar una canción que ha escrito y, respirando profundamente, susurra: “Esto es para ti”. Y nada podría haberme preparado para lo que sale de su boca a continuación.
“Ahmaud Arbery, saliste a correr porque probablemente te sentiste libre”, canta. Lo que sigue es… extraño. En primer lugar, es realmente una canción bellamente escrita que capta la devastación de la violencia contra los negros en Estados Unidos, centrándose específicamente en las muertes de Ahmaud Arbery y Breonna Taylor. También hay que mencionar que Fagins tiene una voz preciosa.
“Toma lo que *debería* ser una actuación poderosa y la convierte en otro truco o apuesta por las lágrimas, un momento viral perfectamente empaquetado para que la gente hable.”
“Los negritos no corren fuera ni juegan con pistolas de agua por la noche”, canta en el estribillo. “Las pequeñas niñas negras ya no abren puertas ni usan sus bolsillos. ¿Puede alguien decirles para qué viven? Ellosnecesitan más”.
Pero también está el hecho de que todo esto está ocurriendo en American Idol, el programa que nos trajo la cola de caballo de Sanjaya y aseguró que “Bad Day” de Daniel Powter se quedara en nuestras cabezas cada jueves durante semanas. La audición de Fagins se promociona a lo largo del episodio como uno de los momentos más impactantes de Idol historia, pero en su lugar se siente profundamente fuera de lugar: la primera mención a la raza metida en los últimos minutos de un estreno de dos horas. Se necesita lo que debería debería ser una actuación poderosa y la convierte en otro truco o apuesta por las lágrimas, un momento viral perfectamente empaquetado para que la gente hable.
También es difícil imaginar cómo podría ser el futuro de Fagins en American Idol. Evidentemente, pasa a la siguiente ronda, de forma merecida. Pero en un programa como éste, ¿cómo se enfrentarán sus oscuras piezas originales, que abordan temas sociales y políticos de la vida real, a las versiones de Adele? ¿Y qué hay de la votación del público, que tiende a favorecer a los cantantes de música country que no hacen ruido?
En última instancia, sería decepcionante si la audición de Fagins resulta ser simplemente un esfuerzo efímero y transparente por parte de los showrunners para parecer que han aprovechado el momento cultural y generar expectación en torno al estreno de la temporada, pero no sería una sorpresa.